Al cabo de treinta años de celebración recuperada, el principal logro de los malagueños ha sido la consolidación de unas formas y modos de celebración cultural de una fiesta, inherente a la condición humana, y cruzar no solo frontera del siglo XXI, sino adecuarla a los hábitos actuales y futuros de la sociedad de la globalización; comprender el papel que han de asumir cada uno de los implicados: Ayuntamiento, Fundación, empresas colaboradoras, fiesteros…, y la necesidad de integración y entendimiento de todas las partes. No ha sido fácil, pero sí considero que ahora existe una visión más completa sobre la importancia de las distintas aportaciones que logran cada año que la ciudad celebre el carnaval, un milagro cultural recuperado en plena transición a la Democracia (1978-1979) y que constituye el fenómeno social (nuevo) más relevante de la ciudad de los últimos treinta años. Un amplio período durante el que se ha profundizado, de un modo ejemplar, sobre la posibilidades de la fiesta en todos sus ámbitos: histórico, cultural (conferencias, exposiciones, actos para niños y colectivos de jubilados…), coplas, disfraces, celebraciones callejeras (gastronomía, dioses, desfiles…); integración de malagueños con origen extranjero, tribus urbanas, etc.; configurando el actual conjunto de las celebraciones que hoy abarcan un mes de actividades y que los medios de comunicación ya denominan, carnaval multicultural o multicarnaval, como la definición quizá más adecuada para comprender el momento actual de la fiesta.
Siglos de evolución carnavalesca en Málaga
Desde la observación histórica, ya sabíamos sobre las reminiscencias romanas y medievales, obvias, del carnaval en Málaga; también sobre la relación que Caro Baroja formula en su amplio estudio entre las Pandas de Verdiales (conjunto de fiesteros ataviados con sombreros con adornos de vivos colores y pequeños espejos, presididos por un alcalde –autoridad fingida– que entonan coplillas) y los festejos carnavalescos medievales en la provincia. También sabíamos de la reseña que realiza el escritor inglés F. Cárter en su libro Viaje de Gibraltar a Málaga de 1772: “…la clásica moda española de vestir de negro se cambia por los chillones encajes de Francia cuyos disfraces imitan sin acierto durante los carnavales…”. Y, especialmente, durante los últimos treinta años, hemos conocido por las investigaciones del profesor de nuestra Universidad don Manuel Morales (1), el momento en el que se unen copla y celebraciones carnavalescas en Málaga (hacia 1860, período en que fruto del asociacionismo surgen los primeros coros y comparsas, y que tendrán un acento decididamente carnavalesco –satírico y social– a partir de 1880, con agrupaciones como Voluntarios cubanos (1899), Fin de siglo (1900), Las Africanas (1900), Los Trovadores (1903) o Los jabegotes de 1903…); un fenómeno que marcará del devenir posterior de la fiesta hasta 1936 del modo en que quedó certificado por el amplio estudio de doña María Jesús García (2) sobre la significación de la copla carnavalesca y la fiesta durante la II República; y corroborado por toda esa generación de malagueños (niños y mayores) que durante la posguerra se reunían en los corralones y en los reservados de algunos bares de barrios como el Perchel o La Victoria a recordar aquellas coplas y disfraces; la celebración del Baile de la Prensa en el hotel Miramar hasta principios de la década de los años sesenta…, en suma, la memoria de un tiempo que a la postre sería uno de los principales motores de la primera recuperación espontánea del carnaval entre 1978 y 1979, y materializada oficialmente en febrero de 1980.
(C) David Delfín. Fragmento Artículo publicado en Diario Sur el 18 de Febrero de 2010.
Próximamente: 30 años de Carnaval en Málaga, 1980-2010. (2) La copla carnavalesca.
NOTAS:
1. Morales, M. Sociedades corales y orfeones en Málaga, (1953-1936). Oikos-tau, Barcelona. / Comparsas, corales y orfeones en la Málaga del Ochocientos. Conferencia inaugural del Carnaval de Málaga, 2007.
2. García, María Jesús. Málaga era una fiesta, los carnavales en la II República. Editorial Primtel, Málaga 1999.