La constitución hace unos días de la Asociación de Autores y creadores de Carnaval supone un nuevo gesto de madurez de la fiesta en Málaga, y su desarrollo, desde la participación de todos los autores y creadores, durante los próximos meses, supondrá la materialización de esta madurez tan necesaria ante el reto de defender el enorme valor de estos creadores en el conjunto de la celebración de febrero. Autores de coplas, compositores, diseñadores y artesanos de lo carnavalesco están llamados a una oportunidad que debería ser entendida como el primer paso para poder explicar desde otro ámbito sus aportaciones a la cultura y al folclore ciudadano, y desde ahí, poder mostrar y reclamar sus derechos. El creador de carnaval debe, por fin, ocupar su espacio para insistir en el respeto institucional y social que se ha ganado, y esta Asociación deberá ser la vía para obtenerlo. Sin olvidar que cualquier colectivo humano que se organice tiene en la participación activa de sus miembros su reto mayor, un aspecto que debemos organizar y propiciar desde la gestora, a la que me he comprometido pertenecer, aun sin haber sido jamás autor o creador de carnaval, y sí espectador cualificado para comprender y explicar durante todos estos años la valía cultural de la creación carnavalesca.
La tarea no es fácil, como he repetido en numerosas ocasiones, ante la incomprensión generalizada de la ciudadanía ante nuestra fiesta, y especialmente, la –casi histórica y actual– de la Concejalía de Cultura, los recursos que dispone el Ayuntamiento a la fiesta (sin duda más orientados a otras prioridades); y la falta, hasta ahora, de un interlocutor claro que promueva un cambio de actitud generalizado ante la celebración del carnaval en Málaga, desde el punto de visto de los creadores. Y es ahí donde esta Asociación puede jugar su papel más importante desde el punto de vista de las ideas, los proyectos, el rigor y la integración de todas estas prioridades. Sin duda, la colaboración con la Fundación, como una voz más, en la organización festiva, permitirá unir las voluntades de ambas partes; las actuaciones en los teatros donde el público pasa por taquilla y los derechos económicos de estos autores y creadores; y la necesidad de conservación de sus creaciones como una herramienta de valor en sí misma, además de la regulación necesaria ante la difusión de éstas (emisiones radiofónicas y televisivas) y la edición en cualquier soporte (CD, DVD, etc.). A menudo lo popular tiene la medida que le otorga su repercusión y si entre todos aceptamos este reto, lograremos no sólo estas metas, sino tal vez una aún mayor y necesaria: hacer crecer la fiesta.
© David Delfín.
Torremolinos, 10 de junio de 2006.
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