Al cabo de tantos años he llegado a la conclusión de que para conocer a un autor hay que escuchar sus coplas y observar cómo se entrega durante los meses de ensayo, según va revelando sus pensamientos convertidos en denuncias o alegrías cantadas. Durante años he sido un asiduo de los ensayos con el afán de descubrir ese lenguaje propio con el que cada autor suele articular y revestir cada elemento del grupo: tema, disfraz, coplas... Soy comparsista, mi código es el cantar. Y mis coplillas valen, lo que me quieras dar. Tengo un escudo de armas colgado en mi casa, con dos guitarras cruzadas, un bombo y una caja. (El ensayo, 1996).
Considero que el autor de carnavalesco es hoy una pieza clave en el actual marco de la cultura popular andaluza, interesado por el lugar en el que vive y por cuanto en él sucede, preservándolo de la única forma que sabe, y ahí reside su valor, su aportación a este período. Me conociste abrazando una guitarra, y sin embargo no pusiste una sonrisa, yo pensé que cada acorde que le daba, a ti te estaba arrebatando una caricia, perdona por las veces que te duermes sola, por olvidarme de la musa de mi casa, por tantas noches como comparto con la otra, con esa amante infiel que se llama comparsa... (El altísimo, 2003). Sobre este tema he dialogado en múltiples ocasiones con algunos de nuestros copleros, corroborando que un autor carnavalesco no es más que una persona de su tiempo que participa en la sociedad como cualquiera otra, pero que concibe el mundo desde una óptica reflexiva y sin dejarse llevar, conocedor de la gran oportunidad que la fiesta le dispone cada mes de febrero para que se escuche su réplica a los acontecimientos, una voz (popular) que de otro modo, nunca trascendería.
Las coplas son siempre una sorpresa en forma de regalo. Cada año son más y mejores sobre las que me detengo y repaso con afán de saber qué está pasando, no como una fotografía o relato de lo que pasó, sino como una forma de anticipar el futuro que está en la cabeza de quienes las escriben. Coplas ejemplares. El periodismo cantao, que diría el carnavalero más clásico. Durante los próximos meses, me dispongo a publicar aquellas coplas que bajo el prisma del sentimiento, o la ironía, o la parodia, o la denuncia..., o todo esto junto, nos permitieron comprendernos un poco mejor. Somos los hijos y las víctimas del tiempo que nos tocó vivir, y las coplas son, a menudo, el resultado de quienes hoy emplean el carnaval cantado como una cultura, esto es, como un medio de expresión útil para el don creativo.
Dicen que el pueblo que olvida su historia,
a repetirla queda condenado,
no la olvides de memoria
para que tu futuro, siempre sea mejor que tu pasado,
y del presente ni hablamos,
y del presente ni hablamos.
Que si viste arder tus templos,
el desahucio ahora es el fuego,
y si un día te fusilaron,
el paredón ahora es el paro.
Deja que tu guerra triste
contigo pueda librarla,
déjame que te conquiste
igual que a ti te conquistaron.
Y al compás del tres por cuatro
déjame contar tu historia,
deja abierto este teatro
y acabaremos juntos de la mano,
TU OBRA,
TU OBRA.
Comparsa LA OBRA, 2013. Autores: Máximo Gómez Padilla y Jesús M. Delgado Martín