Mientras en medio mundo triunfan los programas de televisión dedicados a vigilar los comportamientos de concursantes encerrados, que al salir, lo hacen convertidos en supervivientes tanto como en extraños héroes sin valor; en la ciudades, también de medio mundo, se instalan cámaras de vigilancia no ya para el tráfico, sino para observar el comportamiento ciudadano, ¿y el comportamiento de nuestros políticos también?
Un buen día los periódicos dejaron de retratar las cosas de Málaga, (mi padre aún conserva el Diario Sur del día siguiente al de mi nacimiento porque en la sección de Natalicios se publicó "En la Clínica de La Encarnación nació ayer el niño David, que pesó..."); abandonando poco a poco su labor de vigilancia social y política, hasta el día de hoy en que es difícil saber qué les sucede (de bueno también) a los ciudadanos de Málaga o qué piensan; eso sí, con los avatares del Málaga y el Unicaja, vamos bien servidos, deciden ellos. Aunque lo más trágico de esta situación es la no vigilancia del ciudadano metido a gobernante local, y por ende, el abandono del periodismo crítico con el poder en Málaga. Y un ejemplo entre muchos es la situación asfixiante de los propietarios legítimos de naves en el polígono industrial de La Estrella, ya junto al recinto ferial, a los que el Ayuntamiento prevé imponer expropiaciones forzosas, sin compensación alguna ni miramiento... Y ahora el Gran Vigilante quiere ser el poder local, justo cuando no existe quien vigile sus pequeños pasos y los más temibles; porque son los que verdaderamente afectan o no a los ciudadanos; y entre todos pagamos su tele azul para ver en colores la gestión municipal. Seguro que casos como los del polígono La Estrella hay centenares en Málaga, sin que el gran vigilante adormecido de la prensa local se ocupe de ellos...
Luego como hablaría Zaratustra: No la ira, sino la risa mata; siendo una suerte que esta ciudad aún conserve entre sus fiestas la del carnaval cantado como oportunidad para que el pueblo tome la palabra y exprese con coplas su opinión ante cualquier suceso. Sin ser extraño que cada febrero sean retratados en las coplas acontecimientos que tan siquiera fueron noticia para la prensa local, principalmente por no tener un hueco en el que difundirlo. Siendo ya habitual que las coplas digan aquello que ningún periodista se atreve por la más peligrosa de las vigilancias como es la autocensura sobre los asuntos locales. ¿Es hoy el carnaval el gran vigilante? Creo que sí, porque como escribiera Caro Baroja: El tiempo de Carnaval está cargado de intenciones no solamente sociales, sino también psicológicas. Y si una sociedad permite la vigilancia ciudadana es porque ha desistido de su capacidad de respuesta en todos sus ámbitos, salvo -y sea por muchos años- durante el Carnaval.
© David Delfín
Málaga, según sus coplas de carnaval. El buen ejemplo:
Ahora han puesto en el centro
cámaras por tos laos
es como un gran hermano pero a lo bestia
está todo controlao.
La cámara te graba
si corres con la moto
dicen que han grabado
al de las almendras (Ay qué ricaaas)
sacándose un moco.
Nada de alcohol en la calle
nada de botellones
dice la policía ni DIOS se salva
de las sanciones.
Si es verdad lo que dicen
ya me imagino
que descojone
en nuestra Semana Santa
cuando desfile
la Santa Cena
y el Cristo se esconda el vino
y los apóstoles con Casera.
Murga LOS X-MEN. Autores, Benjamín Pastor Berdión y Miguel Gálvez Fernández
Málaga está mú vigilá
aunque no nos lo creamos.
La poli tiene cámaras instalá,
como los de gran hermano.
Nos tienen
super vigilaos,
por calle Larios,
y la plaza del Obispo;
pero no han puesto camaritas
al Ayuntamiento,
que es donde están los chorizos.
Me dio una cagalera
y en calle Larios yo di de vientre
y en ese mismo momento
allí se plantó un agente.
Hay que dar parte
de tu actitud grosera,
pos límpiame el culo
y te la llevas,
pa ti to entera.
Murga LA LEY DEL BOTELLÓN, 2006. Autor, Francisco Martín Miranda.