Escuchar la voz del pueblo es, como escribiera Miguel Hernández, "hablar del día, de la emoción del día"; y tal vez por esta razón, saber leer entrelíneas las opiniones (y emociones) permite hallar claves que descifran el momento presente y ayudan a comprender mejor lo que nos sucede. Sin duda, la mayor aspiración de las clases populares ha sido el acceso a ser escuchadas, valiéndose de los vehículos de expresión a su alcance en cada etapa histórica y hasta hoy, cuando las opciones de comunicación inmediatas y extremadamente accesibles, favorecen la respuesta a cualquier acontecimiento por cualquiera de nosotros y en la que todos podemos ser emisor y/o receptor. La visión de lo que sucede en nuestro ámbito local, nacional o mundial, es ahora más completa, más irracional incluso, porque nuestras opiniones subjetivas pueden ser publicadas y difundidas, revelándose por tanto, mucho más que un conjunto de opiniones sencillas, y sumando entre líneas: creencias, emociones, nivel cultural, inquietudes, aspiraciones, y probablemente, una vía para la expresión de nuestro mundo subconsciente... en fin, una visión más y útil para comprendernos mejor.
En este contexto, el carnaval cantando es un vehículo más de expresión disponible para un conjunto de ciudadanos, y en el caso del carnaval andaluz, una cultura que maneja elementos relacionados con la vida cotidiana (la emoción del día a la que se refiere el poeta Miguel Hernández), con la realidad, los sueños, los comportamientos humanos... una coplas que analizadas en su conjunto revelan rasgos de una comunidad y define a las personas que la integran. Ninguna fiesta como el carnaval (y la fiesta cantada) revela tanto sobre el tiempo histórico en el que se desarrolla y dice tanto de quienes las entonan con afán de definirse, de posicionarse, de decir lo que piensa, de reclamar lo que quiere, de revelar sus sueños, una garganta que, a menudo, lucha guerras perdidas...
Esta es mi comparsa, mi protesta, mi pancarta,
Y mi forma de gritar las libertades.
Esta es mi comparsa, mí acampada en una plaza,
Y mi manifestación en plena calle.
Esta es la mentira que me salva
Cuando me acorralan las verdades.
Esta es la que empuña mi palabra
Y dispara en estas tablas “pa” que no la calle nadie.
Esta es la garganta que lucha mis guerras perdidas.
Esta es la canción que no escucha la gente dormida.
Estas son las letras que escribo con rabia y vergüenza.
Estas son mis formas macarras de estampar mi puño en la mesa.
Y gritar ¡pueblo despierta! que la Pepa se te escapa,
Y ha “criao” un nido de ratas, que ya apesta a dictadura.
Y gritar ¡pueblo despierta! ¿No te da “na” por el cuerpo,
Ver tu sueño y tus derechos en manos de esa basura?
¿Qué más pruebas te hacen falta, de la mafia y la calaña
Que tienen tus gobernantes?
Si le sobra a un perro-flauta los cojones que te faltan
Para ponerse ahí delante.
¡Ay! si despertara Caparros, que fue tan valiente como el “Che”,
Tanta y tanta gente que lucho para que tu generación
Jamás viviera como él.
Por eso doy gracias a mis padres y me echo a la calle
Para que mis hijos, nunca tengan que mirarme
Pesando; “cobarde ¿donde coño me has “metío”?”
Comparsa LA TROPA, 2012. Autor: David Santiago Velasco.
Nota: Y como reflexión adicional a la expresada en esta copla, escuchen la emoción de este pasodoble sobre la defensa emocional de nuestra cultura andaluza, en el siguiente video ilustrativo. Al intérprete y al guitarrista (Juani Bermúdez) mi reconocimiento, una vez más y siempre.