Las primeras coplas con un tono carnavalesco surgidas hacia 1863 y en los años siguiente, resultan el comienzo de un fenómeno que seguirá evolucionando y perfeccionando sus formas, y que tendrá en el amplio contexto de libertad de la I República Española (1873), en el espíritu de consenso de la Restauración, y en la Constitución de 1876, como grandes catalizadores y propulsores. Será durante este período cuando la celebración del carnaval en Málaga se reorganice y se acentúe el perfil de la fiesta según sean las clases más populares en las calles, o, la burguesía quien lo celebre en el interior de sociedades como el Círculo Mercantil o el Industrial; o en los teatros Principal y Cervantes.
Desde 1886 y durante los lustros siguientes, serán las sociedades corales las más destacados promotores de la fundación de numerosas comparsas, coros y estudiantinas, como auténticos animadores de las fiestas carnavalescas; que paulatinamente irían adoptando además en sus coplas un marcado carácter satírico-social, con claras alusiones a fenómenos y episodios de tanta relevancia en aquellos años, tales como la guerra de Cuba, las difíciles condiciones de vida o la emigración. Es decir, la copla de carnaval como la entendemos hoy: la oportunidad del pueblo para tomar la palabra y dar su visión de los acontecimientos. Coros de aquella época son los titulados Voluntarios Cubanos de 1899, Fin de Siglo de 1900, Las Africanas también de 1900, los Trovadores de 1903, Los Jabegotes de 1903...
Málaga sufre en los últimos veinte años del siglo XIX una de sus peores etapas económicas: la plaga de la filoxera que arruinará la agricultura vitivinícola, cierre de empresas siderúrgicas, paro... un tiempo en el que, por otra parte, surgirán movimientos ciudadanos que tratarán de organizar, con una dimensión más turística, eventos como la Feria de Agosto (1887), la Semana Santa (1894), y el carnaval, cuya organización será encauzada por una Sociedad cultural formada por escritores, periodistas, etc., entre los que destacaría José Carlos Bruna, Cónsul de Italia en nuestra ciudad quien se convertiría hasta el primer decenio del siglo XX en auténtico promotor de la fiesta.
A gozar y a divertirse;
que ahora estamos en el tiempo
de echar las penas al aire
a ver si las lleva el viento.
¡Vivan las bromas ligeras
que se visten de buen género!
¡Viva esa broma que nunca
nos deja amargos recuerdos!
Tales son las que contiene
esta especie de folleto
dedicado al carnaval
que se presenta riendo
este año más que otros
quizá porque está contento
de ver cómo va el diablo
negociando con acierto.
Echaos todos a la calle,
con disfraces, por supuesto,
y empiece la algarabía
sin salir del buen terreno.
Y pues Carnaval os brinda
con la broma y el jaleo,
¡a gozar y a divertirnos!
que ahora estamos en el tiempo
de echar las penas al aire...
y que se las lleve el viento!
[Copla del Carnaval en Málaga de 1882. Fuente: Archivo Díaz de Escovar]