Quienes pertenecemos a la celebración del Carnaval en Málaga desde todos sus ámbitos no solemos contar con iniciativas por parte de nuestros políticos locales, no digo ya recibir promesas electorales; más bien al contrario, somos un colectivo sin el debido reconocimiento hacia quienes cada año le entregan a su ciudad una forma de participación ciudadana y cultural única que reúne variados elementos y todos de enorme potencial: concurso de coplas, disfraces, dioses, pregoneros, fiesta callejera, desfiles, etcétera.
Durante el amplio gobierno socialista surgido en abril de 1979, y tras la sorpresa e incertidumbre inicial que supuso la recuperación de la fiesta en 1980 y los años siguientes, el carnaval languideció (1985-1995) entre el discurso mil veces repetido “de quiero y no puedo” del inefable Concejal Curro Flores y las “apariciones” de don Pedro en el Teatro Alameda o el Cervantes sólo el año de las elecciones (cada cuatro); y los empeños heroicos de Luis Melero, Juan Zafra y, especialmente de Rafael Acejo por hacer crecer la fiesta. Creo, sin embargo, que durante el binomio Garrido Moraga-Pepelu Ramos, se lograron dar ciertos pasos de calidad en la celebración, algunos de relevancia, hasta que se truncaron muchas de las ideas de ambos por la salida de la presidencia de la Fundación de Pepelu Ramos al cumplir su primer y único mandato. Algún día Pepelu contará todo lo que tenía planeado para la fiesta, o lo haré yo si él no lo hace. Y luego llegaron los peores momentos (que se lo pregunten sino a Miguel Ángel Crespo y su equipo): una Concejal de cuyo nombre no quiero acordarme… y el actual, que retiene todos los deméritos posibles hacia la fiesta y que se resume en: “Ahí tenéis la subvención, y, tengo mejores cosas que hacer”. Recuérdese el atropello que intentó el Intocable del Cervantes, como se le conoce en la fiesta a don Salomón Castiel, con las fechas del Carnaval el año pasado y quién tuvo y no la decencia que intervenir para resolverlo.
Sin duda, por esto es notorio para los carnavaleros que una candidata a la Alcaldía se acuerde de esta fiesta, conozca sus necesidades y proponga iniciativas de ayuda razonables. Pero Bustinduy debería saber –o quizá ya lo sabe–, que en la última planta del edificio del Archivo Municipal no se considera el carnaval como cultura de mérito para ser trabajada; eso sí, antes está, por ejemplo, la Cabalgata de Reyes (que cada año es más absurda, y por tanto, más carnavalera); o se organiza una magna exposición de aves pelirrojas en la Plaza de La Marina y les ponen una carpa y todo (he aquí un cuplé); que trabajar con imaginación para la fiesta de febrero. Le diré que siempre que he ido a la Concejalía he tenido ganas de llevarme bajo el brazo, en un descuido del conserje, el famoso cartel del recibidor que lleva colgado allí veinte años (lo verá justo al salir del ascensor y si mira a la derecha) y que advierte a todos los visitantes que llegan con iniciativas similares a la suya: “Silencio. Aquí se funde el presupuesto y se trabaja únicamente para la Feria de Agosto del próximo año, eternamente. Amén”. Cuando sea mayor quiero ser funcionario de la Concejalía de Cultura y Fiestas, tienen once meses de vacaciones (otro cuplé). Tras ganar las elecciones, su flamante Concejal también lo leerá el primer día, y, o bien lo retira de inmediato, o sucumbirá.
Sepa también que la fiesta está necesitada de múltiples iniciativas y realidades, y entre ellas, los cimientos de una casa digna y céntrica para la Fundación y que acoja el Museo Histórico Artístico que la fiesta merece y donde vertebrar esa participación ciudadana (de toda la ciudad) en el carnaval y que tantas personas anhelamos. Un lugar para el día a día, semana a semana y mes a mes de la fiesta con la organización de charlas, conferencias, exposiciones, actividades de formación, etcétera. ¿Cuántos edificios se han entregado a las Hermandades en esta última década?; seguro, doña Marisa, que alguno quedará todavía libre. Una casa en la que potenciar y rehacer una Fundación abierta a todos; no diré más. Créame, el potencial de nuestra fiesta es enorme, tan válido culturalmente y de tal interés, –permítame la burla–, como para que la retransmitieran cada año y en directo las televisiones musicales europeas sin tener que pagar un dineral desorbitado, absurdo y lamentable por ello. Señora Bustinduy, ¿necesita el voto de miles y miles de carnavaleros? Lo tiene fácil.
“Vuestras mercedes disculparán la expresión carnavalesca de mi lengua”. Sancho Panza.
© DAVID DELFÍN
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