«Juan Carlos Aragón es el mejor letrista de la historia del Carnaval»El ensayo 'Juan Carlos Aragón: El carnaval con mayúsculas', editado por Renacimiento, es una obra del poeta toledano Jaime Cedillo que va ya por la cuarta edición y que reivindica al finado autor de comparsas gaditano como una de las plumas literarias andaluzas más importantes
Por José Antonio Sau. LA OPINIÓN DE MÁLAGA
Jaime Cedillo, poeta, escritor y periodista toledano, presentó su ensayo 'Juan Carlos Aragón: El carnaval con mayúsculas' en el Centro Andaluz de las Letras (CAL) de Málaga la tarde del pasado miércoles, donde no cupo un alfiler pese al calor inmisericorde. Estuvo acompañado por el poeta David Delfín y el comparsista malagueño Antonio Carlos Rojas Gallego. En este magnífico libro, Cedillo reivindica al autor de comparsas y chirigotas de Cádiz, tristemente desaparecido, como una de las plumas literarias andaluzas más importantes de la historia. El libro ha alcanzado ya su cuarta edición.
Para cualquiera que haya escuchado sus letras parece claro que Juan Carlos Aragón es alta literatura. Hay quien ha dicho que fue un genio literario que usó el carnaval como vehículo de expresión principal...
Estoy totalmente de acuerdo, y los aficionados al Carnaval tenemos que celebrarlo. Juan Carlos conocía perfectamente las posibilidades de expresión de la disciplina carnavalesca, por lo que pronto supo que era el altavoz más adecuado para canalizar sus inquietudes musicales, literarias, escénicas…
Supongo que tendrá claro que mucha gente tiene al Carnaval y a sus seguidores no como una forma más de expresión artística, sino como una fiesta chabacana (lo digo con tristeza, porque yo mismo soy juancarlista irredento). ¿Por qué sigue existiendo esa concepción de una fiesta en la que, ahora mismo, se concentran algunas de las mejores plumas del país? Y lo mismo podría decirse de los músicos del Carnaval...
En los últimos tiempos albergo la esperanza de que esto ha mejorado un poco. Lamentablemente, creo que ese cambio de dirección obedece a acontecimientos tan trágicos como la muerte de Juan Carlos o Manolo Santander. La mitificación de sus figuras, especialmente la de Juan Carlos, ha motivado una nueva concepción: que se mire a la fiesta con unos ojos más tolerantes, menos prejuiciosos. En cualquier caso, me parece una injusticia terrible que el carnaval no ocupe el lugar que merece en la cultura de nuestro país. No hay una expresión artística en España más completa que el Carnaval de Cádiz, a todos los niveles creativos. Por no hablar de la ingente cantidad de coplas que producen los incontables creadores cada año. Antes que cualquiera pueda pensar que se trata de un arte chabacano, me preocupa más que las élites culturales miren hacia otro lado cuando se trata de poner en valor una disciplina tan rica como esta.
¿Se queda con el Juan Carlos chirigotero o con el comparsista?
Con el comparsista, porque fue donde desarrolló toda su profundidad poética, filosófica y social, pero el aire gamberro que imprimió a la chirigota en una época (los años 90) de muy alto nivel es igual de reseñable.
Fue un hombre que no creía en Dios pero que en sus letras, justamente, no para de buscarlo...
Parece una contradicción preciosa, pero es algo más. En el libro incluyo una cita del propio Juan Carlos donde se considera un tipo profundamente religioso, aunque no fuera nunca a misa. A él le interesaba todo el asunto espiritual y las cuestiones filosóficas, que tanto se han imbricado a lo largo de la historia con la poesía. Yo también prefiero esa religión sin sotanas, despojada de dogmas y limitaciones morales.
Algunas de sus letras eran polémicas (¿qué pensaría, por ejemplo hoy, de Cuba? O cuando abordó las cuestiones de género desde una perspectiva crítica...). ¿Eso pudo perjudicarle en la competición? Porque hay quien piensa que debería tener muchos más premios de los que tiene...
De Cuba preferiría que continuara el Castrismo porque no confiaba en otra alternativa para el futuro de la isla, pero tampoco creo que defendiera la represión de sus fuerzas de seguridad. Cuando en alguna ocasión amparó la violencia, se estaba refiriendo a la que ejerciera el pueblo contra sus gobernantes. Esa sí estaba legitimada, bajo su punto de vista. Al revés, nunca. Por supuesto que esa forma tan incómoda y políticamente incorrecta de abordar la temática de sus letras le perjudicó en el concurso, aunque también es cierto que le valió el respeto y la confianza eterna de una gran parte de público que vio en él al autor más valiente y comprometido. Sea como sea, no dejó indiferente a nadie.
«Me parece una injusticia terrible que el carnaval no ocupe el lugar que merece en la cultura de nuestro país»
Le cantó mucho, y magistralmente, al amor. Curiosamente, se dice que ese tipo de letras poéticas (otras rozan casi la filosofía política y así con muchos temas) no sirven para concursar...
Y ese fue uno de sus constantes conflictos con el grupo. Él prefería no ganar y que sus letras calaran en el público, ya fuera para levantar a los espectadores de su asiento o para revolverles en él.
¿Fue buen músico Juan Carlos?
Desde luego, porque fue un maravilloso compositor de melodías. Otra cosa es que tuviera mayores o menores conocimientos de solfeo, armonía, etc. Sabemos que fue autodidacta, pero también que poseía un enorme sentido del ritmo, un oído prodigioso y, sobre todo, una creatividad excepcional.
¿Cuál es, en su opinión, el legado de Juan Carlos Aragón? Y, dentro del póquer de ases de la comparsa, ¿dónde lo colocaría?
El mejor letrista de la historia del Carnaval de Cádiz, tanto en lo poético como en lo social. Lo colocaría, como mínimo, junto a Paco Alba por su actitud trasgresora y su perfil de innovador, y junto a Pedro Romero por la valentía de sus textos.