El carnaval ha crecido con la mayoría de nosotros. En muchos casos, heredamos de nuestros abuelos y padres el recuerdo de las viejas coplas y el afán por todo lo malagueño, un conjunto de sentimientos en los que esta celebración, primero en el marco de la tradición (desde 1980) y después como cultura, ha ido formando parte de nuestro viaje hasta hoy. Los antiguos griegos lo explicaban mejor: saber navegar es lo indispensable, vivir no lo es (Navigare necesse est, vivere non necesse). Más o menos. Y durante el largo camino, el aprendizaje ha sido la mejor de las consecuencias.
Los carnavaleros (carnavalistas los llamaban nuestros abuelos) han ido forjando su quehacer personal con la fiesta en cada ensayo durante las largas noches de invierno, en cada borrador para el diseño de un dios Momo o una diosa, en cada recorte para un disfraz, en cada anotación de una noticia o de una ocurrencia para armar un cuplé... durante al menos tres décadas. Esta fiesta nos permite conocer a quien canta e interpreta, a quien se disfraza, porque hoy es también un medio de expresión cultural con el que nos mostramos a los demás, del mismo modo de un cantautor se expresa en sus canciones, o un pintor en sus lienzos; como cualquier creador.
Quizá el mayor de los logros de la fiesta, al cabo de 30 años, sea el reconocimiento ciudadano general. Hoy los autores tienen nombres y apellidos para quienes poco saben de la fiesta, hoy se sabe que los diseños de nuestros dioses suponen un valor para la ciudad, entre otros muchos ejemplos. Hoy, también los medios de comunicación escritos y audiovisuales saben contextualizar la fiesta adecuadamente y explicarla, que no es poco. Por todo esto, es posible afirmar que el carnaval ha crecido con nosotros y también será nuestra herencia para Málaga y su provincia en el futuro.
Durante los próximos meses, me dispongo a publicar en este sitio una crónica personal de nuestra fiesta desde el siglo XVI hasta 1937, y la de los primeros años de la recuperación del carnaval desde 1984 y hasta el fin de esta primera década (el período 1979-1983 ya fue objeto de un estudio en colaboración con mi admirado José Miguel Morales y disponible en este espacio). Mi reconocimiento, por tanto, a quienes me han ayudado en esta tarea: a los conferenciantes del carnaval quienes han ido vertebrando este espacio de nuestra Historia Carnavalesca, y a los autores y archiveros que recogieron los datos esta celebración con vocación de futuro y de conservación cultural (expresión de un pueblo). Creo que la contribución de carnavaldemalaga.com en estos últimos diez años ha sido impregnar ese espacio etéreo que llamamos la Red con esta parte de nuestra cultura: que no se pierda un nombre, un letra, una fotografía, una opinión... a la manera de los grandes archiveros de los que esta ciudad siempre fue una referencia.
En el video ilustrativo a estas reflexiones personales: imágenes primeras de un grupo de paleños en julio de 1973 -celebración del Día del Carmen, quizá- (y entre ellos, Manolo Rueda, director del histórico cuarteto de Málaga. ¿Recuerdan cuando Manolo interrumpía el desarrollo de la parodia, se dirigía al público y advertía: Señores, el cuarteto va a cantar, el bar está abierto...) cuando la fiesta aún no había sido recuperada oficialmente, pero las formas carnavalescas (la parodia, la sátira...) formaban parte intrínseca de lo que somos y nos ayudaba a navegar, como diría Pompeyo.
El carnaval ha crecido con la mayoría de nosotros, también en mi caso, aun sin escribir una sola cuarteta, o interpretar un pasodoble, o ponerme un disfraz. Ojalá tanto escribir sobre esta fiesta haya servido para ser uno más y aprender a navegar por el mundo, porque como afirman los fiesteros: Los carnavaleros no cumplen años, cumplimos febreros.
Con siete vidas como los gatos,
así son los carnavales,
los de esta bendita tierra,
de feriantes y cofrades,
y poco carnavalera.
Como los gatos con siete vidas,
y perdimos la primera,
gracias a una dictadura,
que enterró a nuestra fiesta,
dentro de una sepultura.
Por esas calles casi vacías,
siempre con una sonrisa,
nos dejamos otra vida,
reviviendo al carnaval.
Y hasta morimos un febrero,
como asociación de amigos,
para renacer de nuevo,
en la rancia Fundación que hemos sufrido.
Dolidos por la rabia una maldita vida,
se nos quedó en la carpa de acera la marina.
Nos tacharon de locos, de incultos merdellones.
pero poquito a poco fuimos más luchadores.
Como no era bastante,
se nos fue otra vida al cielo,
con muchos de los más grandes,
Agulló, Paco Gallego,
Er Dito y Miguel González.
Y una vida de sin sabores,
de años siendo unos cualquiera,
igual que los boquerones,
la quemé en la Malagueta,
gracias a unos fundadores,
que amargaban nuestra fiesta.
Treinta y tres carnavales,
por ti Málaga aquí arriba,
regalando nuestro arte,
comparsistas y murguistas,
nos morimos por cantarte,
y aunque sea la última vida,
la dejaremos en tus calles.
Comparsa El Gato con Botas, 2012. Autores: Miguel Ángel Blanco y Antonio Carlos Rojas Gallego.