La asociación (Sociedad del Carnaval) instaurada por José Carlos Bruna (vice-cónsul de Italia) tiene como uno de sus primeros frutos la organización de la fiesta en 1887, proyectando un conjunto de aspiraciones ciudadanas recogidas en su folleto informativo: Proporcionar trabajo a industriales, movimientos al comercio y moralizar en lo posible las fiestas carnavalescas estimulando los cultos espectáculos y haciendo desaparecer esas máscaras pornográficas, cuya tendencia es la ostentación de trajes, que sin halagar a la vista, ofenden al pudor; y, organizar unas verdaderas fiestas de invierno que atraigan como en otras partes gran número de forasteros y, por consiguiente, una verdadera y positiva utilidad a toda la población... Esto es, verificando la necesaria evolución de la fiesta hacia formas más domesticadas y burguesas con afán turístico, como una acción ciudadana útil para la activación económica frente a la grave crisis que la ciudad padecía a fines del siglo XIX.
El carnaval de 1887 se celebró del 16 al 22 de febrero, durante los que se programaron distintos actos. Día 16: Recepción en la estación de trenes del Carnaval (representado por un personaje) a la nueve de la noche y recibido por numerosas máscaras en el andén, para posteriormente acompañarlo en desfile en su entrada triunfal en la ciudad y recorriendo las principales calles. Día 17: Baile Color de Rosa en el Teatro Cervantes, con la prescripción de que la señoras llevasen capuchón rosa y máscara, traje de etiqueta para los caballeros o disfraz de color rosa. Día 18: Baile y concurso de disfraces para niños en el Teatro Cervantes. Día 20: Tómbola en la plaza de La Malagueta. Otros actos callejeros celebrados entre los días 20 al 22, fueron: desfile de carrozas y batalla de flores por la actual plaza de la Marina, Alameda Principal y de Los Tristes (actual Alameda de Colón); paseos a pié de máscaras y comparsas premiadas, elevación de globos desde el cauce del Guadalmedina, celebración de regatas en la Caleta con tripulación disfrazada, carrera de obstáculos para jóvenes en la Plaza de la Merced, rifas de caridad con bonos de comida para los pobres... y colofón de la fiesta con acto (que no conocemos con precisión) pero que debió ser la quema simbólica del Carnaval o algún tipo de despedida.
Con el ejemplo de esta programación del carnaval de 1887 se instaura unas formas de organización cuyos ejes permitirían su evolución durante la década de los 80 y 90, confirmándose la dualidad: carnaval popular en las calles y en los barrios con la suma creciente de agrupaciones de canto, y, carnaval burgués en el interior de las Sociedades y Círculos, y principalmente, en los teatros Principal y Cervantes.
Más sobre D. José Carlos Bruna Santiesteban (Málaga 1840-1927), catedrático numerario y vice-cónsul de Italia; en este enlace: http://www.cedma.com/archivo/jabega_pdf/jabega85_42-54.pdf