<p>Con este título recuerdo aquí el cuadro de <strong>El Bosco</strong> en el que un médico medieval extrae del cerebro de su paciente la piedra que supuestamente causa la locura en él. Desde que vi por vez primera el lienzo en el Museo del Prado ese concepto que querer capturar en la mente lo que causa nuestros males o lo que pudiera hacernos felices; en el primer caso para ser extirpado y en el segundo para conservarlo; me ha fascinado. Pensemos en la información con que alimentamos nuestros ordenadores o en los virus que eliminamos con herramientas y programas informáticos; o en los libros que adornan las estanterías de casa a modo de sabiduría (o placer simplemente) que introducir en nuestras mentes. Todos son piedras y algunas de ellas diamantes. </p>
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Y desde la Edad Media y el Renacimiento hasta nuestros días; ha perdurado el carnaval como la forma más auténtica de los festejos colectivos con la que liberar gracias a las máscaras el cuerpo; e incluso; el alma; y en las que el simbolismo carnavalesco facilita introducir en nuestras mentes piedras de burla o de reflexión de risa y de sátira de dolor o denuncias; aspectos muy presentes en nuestras coplas carnavalescas. El tema de una murga o comparsa y más concretamente el personaje siente recuerda vive y expresa un mensaje directo a un hipotético interlocutor: un concejal un alcalde un pueblo… Una locura colectiva quemó iglesias y conventos en mayo de 1931 en Málaga y otra individual mató al joven <strong>Caparrós</strong> por alzar la bandera andaluza. Un don colectivo hizo del carnaval malagueño una piedra dentro del pensamiento colectivo de una ciudad y su provincia entre coplas disfraces y carrozas durante el siglo XIX y hasta 1936; y otro don irrepetible hizo que esa misma fiesta actualizada resurgiera entre 1979-80 como si cuarenta años de oscuridad no fueran necesarios para extirpar el recuerdo de un tiempo festivo muy diferente a cualquier otro en el que se verifican hechos sociales (denuncias críticas al poder local sucesos) desde la burla y/o la reflexión. <br />
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<p>Hoy comienzan las semifinales del concurso de coplas en el Teatro Cervantes y que el Intocable del Cervantes (como se le conoce en el carnaval a <strong>don Salomón Castiel</strong>) crea que el teatro es suyo; es actuar con una máscara que no le corresponde; o que cada año imponga nuevas reglas a los grupos (no tirar papelillos el horario… a ver qué se inventa este año) es una aptitud que la coplas no pretenden extirpar sino hacerle ver a Castiel su falta de visión. Durante los días del concurso de coplas y desde que en 1988 el carnaval regresase a este teatro tras su remodelación como si la fiesta saltara de la calle (lo popular) al teatro (lo burgués); ha resultado un símbolo de trasgresión como no hay otro en la ciudad… </p>
<p>Una de las ocasiones que visité El Prado para volver a ver este lienzo me senté en el suelo y permanecí muchos minutos casi sin parpadear observándolo; hasta que el vigilante de la sala vino a preguntarme si me ocurría algo; justo cuando comprendí que el verdadero loco del cuadro no era el enfermo; sino el médico. </p>
<p>© David Delfín<br />
<a href="mailto:david-delfin@grupogea.com">david-delfin@grupogea.com</a></p>
<p><strong>Málaga según sus coplas de carnaval. El buen ejemplo.</strong></p>
<p>Hace tres cuartos de siglo<br />
desde que el demonio quiso<br />
vestirse de malagueño<br />
y en la estupidez de una mañana<br />
quiso ver entre las llamas tus templos.<br />
Quizá por las amapollas de mis dedos<br />
y por las cicatrices que me sobran<br />
me siento como aquel imaginero<br />
llorando mientras contemplaba el fuego<br />
que estaba consumiéndole su obra.<br />
Quizá porque una letra<br />
también es como una imagen<br />
y nadie le puede negar un templo<br />
me indigno cuando veo que el Cervantes<br />
tiene a un ignorante<br />
pa su gobierno.<br />
Salomón yo sé que esto es la mina<br />
que tú soñabas<br />
pero cuidado con mi gente<br />
que es más grande y más valiente<br />
que siete reina de Saba<br />
y montao sobre estar tablas<br />
yo me siento propietario<br />
y por eso no me escondo<br />
y digo que eres un tonto<br />
que tiene nombre de sabio.<br />
Y aunque los carnavaleros<br />
nos consideren don Nadie<br />
no merece nuestra fiesta<br />
ir mendigando una fecha<br />
como si tú fueras alguien.<br />
Pero si al final consigues<br />
meterle fuego a este templo<br />
tan solo quiero pedirte<br />
que sea conmigo dentro.<br />
Y si no quieres que cante<br />
porque nos falta estilo<br />
la pijada y el remilgo<br />
que tú quieres pa el Cervantes<br />
pregúntaselo a sus dueños<br />
que son to los malagueños<br />
que están sentados delante.</p>
<p>Comparsa PALOSANTO 2006. Autor Máximo Gómez Padilla.<br />
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