Pepe Gallego era el delegado de la comparsa. En un principio fue Paco Gallego y cuando el nos dejó, Pepe se hizo con el cargo. Estuvo vinculado a la junta directiva de Miguel Angel Crespo los años que fue presidente. No era patrono, pero perteneció a la Junta desde que Miguel Angel accedió a la presidencia de la Fundación.
Su labor como delegado consistía en participar activamente durante las reuniones en la Fundación; coordinar los contratos que nos proponían, ayudarnos con las reuniones y los concursos a los que nos presentábamos, o los días en que teníamos que estar en la calle cantando, lugar y hora. Opinaba como uno más de la agrupación e, incluso, nos asistía en la fabricación de los forillos y el decorado para nuestra actuación en el teatro. En definitiva, era quien nos aliviaba el peso de todo cuando nosotros, inmersos en ensayos y actuaciones, no podíamos hacernos cargo.
La despedida ha sido amarga, y jamás se me olvidará su cara ni su voz… Su amor a la fiesta era tan grande que, al ser relevado Miguel Ángel Crespo de la presidencia, decidió dejar de pertenecer a la Junta; una decisión que le llevaría a una guerra interna consigo mismo; y aunque Rafael Acejo le ofreció pertenecer a la Fundación de una manera disitinta a la que él estaba acostumbrado, ya había decidido renunciar y seguir en la fiesta fuera de la Fundación. Solo él y yo, porque me lo repitió mil veces, sabemos lo que le dolió dar una negativa a ese ofrecimiento.
Ojalá esté donde esté, exista un carnaval con un teatro y un escenario donde estar en su salsa, ayudando y relajando a cada uno de los que en ese escenario canten… Y cuando también yo me marche y llegue al lugar donde ahora está él, pueda gritar con toda mi alma y lleno de orgullo: Ése que os ayuda, tranquiliza y da la orden de subir el telón es mi tio, Pepe Gallego.
Antonio Carlos Rojas Gallego