Tras la muerte del genio de la Calzada. Tras el inmenso vacío humorístico de una generación que entre frases lapidarias, comparaciones elevadas del humor absurdo y vocablos inventados que hacían de lo cotidiano una pausa para escuchar el sonido más bonito de la creación que es la risa, reside un pensamiento que quiero compartir con vosotros.
Con la muerte de Chiquito, me he quedado gratamente impresionado de lo que la gente lo quería, así como transcendió en el ámbito social de este país e incluso en el cultural. Un obituario como el de Jabois en el País me hizo llorar en la mañana del sábado. Chiquito era cultura. Popular. Como nuestros carnavales. Andaba releyendo twitter en la tarde del domingo y un comentario a otro gran artículo sobre Chiquito de Víctor Aguilar en la Opinión de Málaga, me hizo saltar como un resorte buscando el teclado de mi maltratado ordenador. “Cuando alguno veamos a alguien cantar en un bar o contar un chiste por un vaso de vino, prometo no olvidarlo, prometo no olvidar que los artistas siempre no triunfaron”.
Ese comentario fue directo a mi cervical recorriendo palabra por palabra cada vertebra en un escalofrío mortal. ¿Cuántas veces he visto a murguistas haciendo reír por un vaso de vino? ¿Cuántos olvidos de paisanos he contemplado tras disfrutar de un repertorio cargado de carcajadas en una esquina que acaban huyendo tras ofrecer el repertorio en un CD por 5 euros? Si Chiquito fue un genio del humor, en parte le vino de respirar el mismo aire, de beber la misma agua y de mamar la misma leche de la madre de los ojos del azul infinito. De Málaga. La ciudad de la gracia real, la visceral. La del hambre y la que no tiene publicidad. La sincera. La del humor del vecino que seriamente te hace caer al suelo de carcajadas con tan solo unos requiebros de palabra. Que no es solo el remate sino como se cuenta. En definitiva más que un chiste, un buen cuplé.
Tuve la suerte de compartir años en la murga del Zumaquero con “Chiquitos” obreros, universitarios, empresarios, parados y estudiantes. Conocí a pecadores de la pradera de La Peña Er Dito que me volvieron loco con frases como cría cuervos y tendrás más. Una noche tuve la inmensa fortuna de acabar con unos fistros como Lanza, Buba, Nano o Benji intentando hacer uno de los cuartetos más desastrosos del universo, pero que de risas. Hasta Las Guardianas del Universo o Los Planetas de Benamejí tienen una simple cuarteta que puede ser el oro más puro de la carcajada sincera y el codazo al compañero de butaca. Aquí no hay cobardes. Aquí hay juventud como los almendreros o Leones. Y maestros con experiencia en tablaos como Susi, Quique, Chino, Carlinda o Pariente, que por la gloria de sus madres solo intentan hacer reír. Y Torremolinos con Luisito y Godoy cogiendo la vanguardia del humor más clásico como el de Chiquitistán hacía. O los movimientos del Merchán que no envidian a los bailecitos del trinitario universal. Mujeres y hombres de nuestro carnaval que gracias a Momo no se criaron entre ratas, pero que hacen de reír por una botella de vino mientras la indiferencia de la miradita por encima del hombro les golpea en que serán olvidados en el momento que abandonen el escenario.
Y así es nuestro mundo, a la sombra del gigante gaditano. Abducidos y sin reconocimiento, Cádiz la tierra de la gracia. Chiquito un malagueño universal. Querido compañero murguista, haces reír y mucho por tan siquiera un vaso de vino. Mientras el universo cultural de esta ciudad venera a un personaje que desde el trabajo consiguió salir de la miseria. Por otro lado, no sabe la de horas en un local de ensayo que sin ratas ni hambre nos hace pobres en la vida familiar, qué de horas robadas. Aquí seguiremos como fiel reflejo del espíritu del más grande de los grandes del humor de esta ciudad que nos hizo reír. Discípulos comprometidos. Recuerden si algún murguista le hace reír, no hace falta un vaso de vino. Unas gracias con una amplia sonrisa es nuestro trago más dulce.
Momo que miseria. Cuanta pena. Cuanta gloria olvidada. Por la gloria de sus madres.
Jorge Salinas
@malakahin