Aquí titulo con el recuerdo de aquella mítica murga-comparsa de Miguel González, presentada en una caseta de la feria en el agosto de 1979 y activa hasta el carnaval de 1981; que permanece aún sujeta a mi memoria infantil como el alma de un novedoso y valioso espíritu festivo que inauguraba además de una nueva etapa en la ciudad, una pasión en mí por la coplas, que probablemente, me ha marcado para siempre. José Miguel Morales y Juambe Cobos, a los que tanto cito; me solían repetir que en Málaga con sólo media docena de Miguel González (al cabo de 25 años) el carnaval en nuestra ciudad sería el más grande. Estoy de acuerdo. Su empuje por la fiesta en los primeros años fue fundamental, no sólo para crear afición y cantera (los hermanos León, por citar solo algún ejemplo); sino para ir dotando a la fiesta de lo que más necesitaba: identidad en la barrios periféricos hacia el carnaval con la suma de aficionados desde la Peñas (tan activas entonces). Tras Claudio y sus Senadores, creó Naranjitos 82, y en 1983, su mayor éxito: Los Soldaditos de Plomo con su autor Lino Bueno; una comparsa que con cuatro actualizaciones podría concursar hoy, 24 años después. Porque Miguel, con ese afán tan innovador, inauguró lo que hoy es tan común: la coreografía teatral en las presentaciones según el disfraz y tema elegido; y el estallido de identidad por lo malagueño, que ahora regresa; no como excusa, sino como argumento para entender la fiesta y su tiempo. Este es el matiz (entre otros) que aportó Miguel cuando todo estaba por crearse.
Difícil reseñar todos los grupos que ha liderado desde Claudio y sus Senadores y hasta hace pocos años; aunque no puedo concluir estas líneas sin recordar el año 1989 en que promovió el coro y la comparsa -ahí es nada-, La Corte de Luis XIV; además de su versión infantil. Grupos en los que movilizó a más de un centenar de personas dentro y fuera del escenario y alrededor de la Peña Carnavalesca El Conservatorio en el barrio de San Andrés. Un logro que resume el significado que para él tiene esta celebración y que, como en mi caso, le ha marcado para siempre tanto a él como a su familia.
Ni Caro Baroja al afirmar que "el Carnaval es un hijo (pródigo) del cristianismo" tenía idea hasta qué punto. No hace demasiados años, a Miguel no se le ocurrió otra que tras hacerse (no se cómo) con una talla de una altura considerable de El Cautivo, y sin pensárselo dos veces, levantó un altar en el escaparate de su Peña "Carnavalesca". Otro milagro de Miguel. Días después, medio barrio había llenado de flores y luminarias la acera del escaparate de la peña ante el Nazareno; y las vecinas, bajo el rotulo de "carnavalesca" y frente al Cautivo, se persignaban y rezaban; con la mayor naturalidad y respeto posible que se haya visto en Málaga hacia una y otra concepción del mundo. Porque Miguel en casi 30 años ha logrado sobre todo unir a gente en pro de sus ideas y proyectos de carnaval o de cualquier índole; siempre con su afán de promover lo malagueño, quizá porque lo que esta ciudad necesita y necesitará siempre -dada nuestra idiosincrasia- es un gran conservatorio donde preservar y enseñar lo malagueño con generosidad y sin prejuicios.
© David Delfín
Málaga, según sus coplas de carnaval. El buen ejemplo.
Cachito de Andalucía
de la tierra blanquiverde
el lugar donde he nacido
trocito de esta bahía,
ensenada malagueña
como tanto te han querido.
Hoy explota mi alegría
cuando al llegar este día
te siento carnavalera,
porque bailan mis piernas por bulerías,
porque arde mi sangre por peteneras,
cuando le canto y honro a esta tierra mía,
el alma yo te daría,
te lo digo de veras...
Con tus barrios tan castizos,
tu Catedral La Manquita,
hermosa calle Larios,
Perchel y La Trinidad,
la Alcazaba, el Castillo,
el pasaje Chinitas,
Malagueta y El Limonar.
Esta es mi tierra, señores,
que tiene fama mundial,
miren ahora si es bella,
que ya no le falta
ni su carnaval.
Comparsa Los Soldaditos de Plomo, 1983. Autor: Juan Paulino Bueno.