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La copla de Carnaval: el lenguaje de una cultura viva. Conferencia Inaugural del Carnaval de Málaga 2001

Dom, 14/01/2001 - 00:00 -- David Delfín

La culminación de voluntades que supuso la recuperación de la fiesta del carnaval en Málaga en febrero de 1980, entre otros importantes logros ciudadanos (muy unidos todos a la recuperación de la Libertad y las instituciones democráticas) consiguió además abrir las puertas (cerradas durante demasiados años) de nuestra tradición de cantar coplas de carnaval dentro de las múltiples manifestaciones de nuestro variado acervo cultural andaluz.

1.INTRODUCCIÓN.

La culminación de voluntades que supuso la recuperación de la fiesta del carnaval en Málaga en febrero de 1980, entre otros importantes logros ciudadanos (muy unidos todos a la recuperación de la Libertad y las instituciones democráticas) consiguió además abrir las puertas (cerradas durante demasiados años) de nuestra tradición de cantar coplas de carnaval dentro de las múltiples manifestaciones de nuestro variado acervo cultural andaluz.

Con la canción popular (en la mayoría de los casos, anónima y oral) el cante flamenco y con la copla andaluza, la expresión lírica carnavalesca se nutre de los elementos artísticos más variados y que son el alma de cualquier cancionero tradicional: vivencia, autenticidad, originalidad, tragedia, narración lírica, humor, etc..., siendo estas manifestaciones culturales distintas expresiones de una misma tradición cantada que tiene sus raíces en la experiencia de la vida, reflejo ya sea de un autor conocido o anónimo, y donde la copla de carnaval se reviste para ser a un mismo tiempo canción popular y cante flamenco y copla andaluza.

Es la observación cuidadosa que he mantenido desde 1980 sobre la evolución de la fiesta, la recopilación de documentos, libretos de coplas y grabaciones, la que me permite exponeros un planteamiento personal que quizá complemente los estudios que sobre el folklore malagueño han realizado importantes historiadores durante al menos el último siglo y donde muy pocas han sido las referencias a la celebración del carnaval en Málaga y su provincia. Cierto es, que en épocas anteriores (fines del siglo XIX y principios del XX hasta 1936) los documentos conservados han sido escasos: fotografías, algunas reseñas en la prensa local, libretos en medida de octavo con la impresión de aquellas coplas, y especialmente, los recuerdos orales de nuestros mayores, lo que unido a un preclaro desinterés de estos historiadores por discernir las formas y el contexto de celebración popular del carnaval de entonces, han hecho agravar una situación de por sí difícil cuando durante los años de prohibición muy pocos en nuestra ciudad han sido quienes han hecho referencias a esta celebración, salvo los nombres por todos conocidos, y el propio pueblo en los corralones de nuestros barrios donde nos consta que los amigos y familiares se reunían de cuando en cuando a recordar aquellas coplas de Bollero, Rojas, José Pinazo el Conejo, Francisco Bandera y tantos otros, un fenómeno familiar que permitiría a unos adolescentes a aprender unas coplas que al cabo del tiempo serían el repertorio y la motivación perfecta para resucitar de nuevo el carnaval entre 1979 y 1980, un fenómeno al que no se le ha dado la importancia que para esta ciudad y su provincia merece, tanto social como culturalmente, una rehabilitación que no fue fruto de una casualidad, sino de una memoria, porque entre los elementos que empujaron el resurgimiento es primordial reconocer la memoria conservada de las viejas coplas y músicas del periodo republicano además del valor y reconocimiento popular de cuyas atribuciones hicieron gala las primeras agrupaciones: Los maomas “sin h”, Claudio y sus senadores, Caracola perchelera, Los Chupitiras, Los colonos o Los niños de la Miga, entre otras importantes agrupaciones que hoy reconocemos como el motor popular de aquel importante resurgimiento de nuestra fiesta. El más destacado problema al que debían enfrentarse los historiadores y filólogos ante el viejo carnaval era la oralidad de las fuentes a consultar, lo que hacía muy difícil poder reunir todos los elementos festivos de aquella época de forma ordenada. Sin embargo, una de las características del periodo actual con respecto al de preguerra u otros anteriores, son sin duda los avances tecnológicos de audio y vídeo, o los archivos radiofónicos o televisivos, que nos permitirán siempre indagar en nuestro folklore carnavalesco utilizando como ayuda inestimable las grabaciones conservadas, además de las referencias a la repercusión de las coplas en la ciudadanía por parte de la prensa escrita, los libretos y la memoria personal de los protagonistas directos, como un conjunto de ventajas que son las que hoy me permite estar ante ustedes con la única vocación de ofrecer un panorama básico sobre el que puedan investigar en el futuro nuestros historiadores, esto es: el fenómeno de una cultura viva que late bajo unas coplas que tienen como máxima diferenciación su personalidad carnavalesca.

2. EL LENGUAJE DE LOS ACONTECIMIENTOS.

Ahora bien, resulta adecuado mencionar que para comprender mejor el sentido y la singularidad de nuestras coplas no se olvide el contexto festivo en que se manifiesta y que permite al pueblo tomar la palabra y hacerse oír: EL CARNAVAL, un marco de libertad donde lo cómico, como expresión cultural de una comunidad alcanza su punto más álgido, sin duda por ser un testimonio humano que surge de la observación y el sentir de la vida cotidiana, donde lo cómico es a menudo una suerte de tragicomedias enlazadas, como si a esa expresión cantada inherente a cualquier humano añadiéramos nuestra condición de andaluces y los elementos que conforman el carnaval, no sólo con el objetivo de reflejar la risa, sino también las dificultades de vivir. El carnaval, una fiesta que recuperamos después de un largo tiempo, no por una necesidad de oposición al tiempo de Cuaresma posterior al mes de febrero, o por un sentimiento anticlerical, no, una fiesta que recuperamos gracias a la memoria de quienes habrían de ponerse a esa noble tarea y a la necesidad de éstos malagueños por ocupar un nuevo espacio (cultural y social) sin duda imbuidos por los acontecimientos sociales que se vivieron a partir fines de 1975, y que en nuestra ciudad activó la recuperación de tradiciones y costumbres olvidadas o el cambio en la denominación de calles y plazas, en suma, un dinámica renovadora y ciudadana en la que encaja perfectamente la recuperación del carnaval y la rehabilitación de sus coplas como uno de los activos más indiscutibles del conjunto de elementos que constituyen la fiesta, por ser integradora en sí misma de todos los demás: grupo, disfraz, creación, mensaje, risa, máscara, etcétera.

Luego, antes de profundizar en una visión más exacta de la copla y en su lenguaje o sistema de signos que, a lo largo de estas dos últimas décadas nos han querido transmitir un mensaje desde una visión cotidiana y festiva donde se dan cita lo cómico y lo reflexivo a un mismo tiempo, se hace necesario primeramente hacer referencia a todo ese discurso de gestos (sociales y ciudadanos de una etapa concreta de finales de los años setenta y principio de los ochenta) que son los que hoy nos permiten descifrar el fenómeno de la recuperación del carnaval y su posterior evolución hasta hoy como una expresión social de una clase media, que además de ser la protagonista de importantes cambios sociales y políticos en toda España, en ese momento histórico, encontrará en el carnaval (y no sólo en el carnaval, sino también en otras manifestaciones religiosas y festivas de Málaga) un modo de mostrar su talante participativo ante el nuevo marco político que impulsaba estos movimientos y de los que el carnaval debe considerarse uno más, aunque nuevo, y donde no sólo estaba todo por hacer sino que además había que definir sus formas y contextos sobre los que debía desarrollarse y evolucionar, esto es, un nuevo carnaval para una nueva sociedad.

De manera que si recordamos aquellos años en los que surge el primer atisbo de recuperar la fiesta del carnaval, observaremos que la fisonomía de los barrios de nuestra ciudad había cambiado muy radicalmente (en especial, si lo comparamos con el entorno en que se desarrollaba el carnaval republicano) quiero decir que, una parte muy significativa de la población ya no residía en los considerados como barrios tradicionales (el Centro, La Victoria, el Perchel o la Trinidad) sino que esa nueva clase media a la que antes hacia alusión, tenía entonces y aún hoy, su residencia en los barrios que se articulaban a un lado y otro de la Carretera de Cádiz (San Vicente, La Paz, La luz, Nuevo San Andrés, etcétera) o en la zona norte de la ciudad (Miraflores de los Ángeles, Parque del Sur, Ciudad Jardín, o La Virreina) en definitiva, unas “nuevas” identidades de barrios que serán proyectadas por sus vecinos (en la mayoría de los casos con una vinculación a una Peña o asociación determinada) utilizando el lenguaje nuevo del carnaval como un vehículo de identificación dentro de la propia ciudad. No se debe, en cualquier caso, considerar este fenómeno como novedoso, ahí están las muestras que se daban en aquella incipiente feria del mes de agosto en el recinto de Teatinos, claramente promovido por la Peñas y que permitirá algo tan sorprendente como que las dos primeras murgas (Los maomas y Claudio y sus senadores) del carnaval recuperado se presentasen de un modo que podríamos denominarlo como “oficial” en la feria de agosto de 1979. En aquella feria ambas murgas, entre bailes y cantes entonaron sus coplas de carnaval, y entre trajes de lunares desfilaron las dos agrupaciones por Teatinos disfrazadas. Con aquel gesto se expresaba más que un sentimiento, una voluntad decidida por reclamar en el contexto urbano de la ciudad de Málaga, un espacio propio para la fiesta recuperada y su gente.

Y en este mismo sentido, de justicia es que no se olvide la destacadísima labor que las peñas (como núcleo aglutinador de voluntades) emprendieron cara a la celebración del primer carnaval en 1980 tras un largo silencio, en el que desde el primer momento se manifestó la necesidad de ubicar la fiesta en un espacio urbano propio, semejante al que ya ocupaban tras manifestaciones sociales de la ciudad, del mismo modo que 1988, tras la rehabilitación del Teatro Cervantes el anhelo por ocupar ese espacio escénico con las luces y coplas del carnaval, representará un modo inequívoco de volver a insistir ante la ciudad sobre el renombre de la esta celebración pagana. Todo ello, motivado por la necesaria expresión que como individuos tenemos por definir dentro unos límites urbanos ciertos puntos de referencia que nos ayuden a saber cuál es nuestro verdadero lugar; del mismo modo, que coexistimos con un sentimiento de barrio o cofrade, esto es, lugares desde donde somos y compartimos una forma parecida de sentir con nuestros semejantes, a la manera también en que se significaban en aquellos años de finales de los setenta y primeros ochenta un verdadero sentimiento asociativo en torno a una peña como una forma de expresar la integración en un colectivo determinado y a su abanico de referencias sociales y culturales. Y es justamente esa misma necesidad de testimonio, la que propiciará desde 1980 el obtener una espacio ciudadano propio, un lugar destinado a crear un marco que pudiera ser transformado e identificado febrero tras febrero con las percepciones del carnaval recién resurgido, eligiéndose en aquella ocasión el Paseo del Parque y el recinto musical Eduardo Ocón como el primer espacio público desde donde difundir las coplas. Desde Miraflores llegaron Los maomas hasta el Parque, al igual que aquellas peculiares majorettes de la Peña Costa del Sol, y Claudio y sus senadores, y Los blanquiverdes, y Caracola Perchelera, y los Chupitiras desde el barrio de La Victoria, y como Manuel Ruíz “el Papa” cientos de malagueños disfrazados, protagonistas de una velada que hoy constituye uno de los acontecimientos carnavalesco más recordados, quizá por la dimensión festiva alcanzada donde apenas hubo reglas previamente escritas y donde se logró la puesta en escena de un carnaval nuevo para una ciudad también nueva. Aquella puede considerarse el primer paso de un carnaval callejero impulsado por las Peñas y los grupos hasta al menos 1986, un carnaval callejero al que probablemente no le han acompañado ni los tiempos, ni el modelo, ni el interés institucional por encontrar el lugar y modos adecuados.

3. EL LENGUAJE FESTIVO DEL CARNAVAL

Sólo teniendo todo lo dicho en cuenta, podremos comprender mejor la personalidad festiva del carnaval que se ha alcanzado en todo este período. Y especialmente, en la sucesión de acontecimientos propiciados desde 1980 y hasta 1986, entre los que resulta imprescindible destacar la importante creación de grupos de canto en un plazo breve de tiempo (apenas en tres años); o la diversidad de actos celebrados por las peñas tanto en sus recintos como fuera de ellos; o la fundación de la Asociación Amigos del Carnaval y los sucesivos presidentes y juntas directivas que la rigen hasta 1986; o la convocatoria del concurso de agrupaciones de canto en 1983 y la participación con ello de los grupos de la provincia: Álora, Fuengirola, Marbella, Velez-Málaga, Alhaurín... como condicionantes destinados a configurar la personalidad y la puesta en escena de esta celebración, y en la que principalmente, serán dos los elementos de comunicación que establecerán una misma sintonía festiva entre participantes y público: el disfraz en las agrupaciones y sus coplas.

3.1 EL LENGUAJE FESTIVO EN EL DISFRAZ

Conviene primero, antes de referirme al significado de nuestras coplas de carnaval, una breve reflexión sobre el disfraz y la manera en que se asimiló como elemento visual indispensable para la auténtica comunicación carnavalesca, donde la evolución en todos estos años ha sido admirable, tanto en grupos y dioses como en el disfraz callejero. Dado que nos es posible mencionar con exactitud cuál ha sido la trayectoria del vestuario popular desde 1980, sí debe orientarnos la evolución del disfraz en los grupos de canto. Se inició la andadura con disfraces en los que se pretendía copiar la realidad con mensajes directos y personajes puros, y se ha culminado la andadura con el aprendizaje de la profunda significación que la palabra fantasía tiene como medio para abordar la realidad o para alejarse de ella, también para mudar lo que uno es por lo que uno quisiera ser, momento en que el disfraz revela más de lo que esconde representando la risa en la murga y el cuarteto antes de oír sus coplas, o el tratamiento más alegórico del mensaje principal en las comparsas, coros y grupos de desfile.

Hasta 1986 en que ya se observa una mayor fantasía y lujo en las confecciones de los disfraces, recordemos a agrupaciones como: ALCAZABA, LOS MALAVIDAS, LOS DANDY´S, SOLDADITOS DE PLOMO, AL SON DE LA PRIMA Y EL BORDON, ANDALUCES DEL FUTURO, LOS DE LA ONU, GARROCHA, SEMILLA Y FRUTO, JAZMINES DE LA AXARQUÍA, O HEROÍNAS, donde es posible observar claramente la asimilación y evolución de los temas alegóricos; o la referencia a temas de actualidad en NARAJITOS 82, PEROTES 82 Y PICO, LOS TRAPAJOSOS DE RUI-NASA, O LAGARTO SE ESCRIBE CON “V”; o el modo en que se asimilaron los temas clásicos en grupos como LOS CIRUJANOS, LOS PANCHITOS, LAS COCINERAS, ANTIFAZ, LOS PITUFOS, LOS COLEGIADOS, LOS BUCANEROS, LOS PANTERAS ROSA, BLANCANIEVES Y SUS ENANITOS; o el sentir local expresado en agrupaciones como LOS CHUPITIRAS, CARACOLA PERCHELERA, LOS MARENGUITOS, LOS MOLINEROS, PREGONEROS MALAGUEÑOS, MORRALLITA PALEÑA, O REBALAJE; o aquellas que se alzaron con una identidad especial como es el caso de la añorada murga LOS TUMBAITOS, o aquellas que dieron rienda suelta a la fantasía y al espíritu festivo, recordemos a LOS CHIQUI-CHOCAS, LOS MASCAROTAS, LAS CHICAS DE ALIRÓN, O LAS LOCAS DEL CAN-CAN. Agrupaciones con las que se dieron los primeros pasos hacia la evolución que hoy observamos, fruto de la libertad creadora de unos sastres que han sabido partir del mensaje intrínseco del grupo (y en especial desde las sugerencias del autor) para realizar las importantes creaciones que hoy acostumbramos a contemplar y que han propiciado, entre otros importantes logros, la incorporación de nuevos creadores y la espectacularidad de los dioses y diosas que nos han regido cada mes de febrero durante al menos la última década como unas autoridades fingidas que han exhibido una forma de esculpir con telas y colores el mundo real y el que no lo es, por parte de los otros autores del carnaval no cantado que han sido nuestros sastres de carnaval.

3.2 EL LENGUAJE FESTIVO EN LAS COPLAS

Aludía al principio de esta disertación cómo para comprender mejor el sentido y la singularidad de nuestra música y coplas carnavalescas debíamos tener siempre presente el contexto festivo en el que se desarrolla y que permite al pueblo, entre otras licencias, tomar la palabra y hacerse oír, constituyéndose de este modo un guión de historia y memoria popular bajo el discurso y el tono de unas coplas, que han sido, lo son hoy y serán siempre el elemento perdurable de unas agrupaciones y de un autor que se habrá servido de éstas como medio para transmitirnos su mensaje en forma de observación general, unas veces compartida por el pueblo oyente y otras no, aunque todas ideadas para expresar un punto de vista o modo de reaccionar ante cualquier acontecimiento cotidiano o extraordinario.

No es éste el momento más adecuado para establecer unas bases pormenorizadas sobre las que asentar el significado actual de nuestra fiesta dentro del marco de lo que conocemos como música popular o tradicional, definida verticalmente en el tiempo (afirmemos que sólo lo antiguo es o puede ser tradicional) y no se olvide que para que denominemos una canción como popular, debe principalmente ser contemporánea, esto es, que nos hable de cosas y sucesos de hoy, describiéndolos sin que exista la intención de explicar sus causas o consecuencias; también recordemos que sólo podemos llamar popular a la música que emana de las clases populares y donde es palpable un matiz realmente clarificador: SU FUNCIONALIDAD, sí, porque esta copla sirve principalmente para retratar las relaciones con el poder social de cada tiempo y la cultura dominante o culta. Un fenómeno que es perfectamente identificable con el sentido de las coplas de carnaval: momento histórico, renovación, autor que surge de las clases populares, y una copla que, como hemos podido presenciar en estos últimos veinte años, ha madurado y se ha enriquecido con el paso del tiempo y la aportación de nuevos autores.

Desde este planteamiento, tomo como afirmación que en ese lugar común que la música de carnaval comparte con el de nuestra tradición musical andaluza, está el tronco común de una misma cultura que canta para dar su visión del mundo, por muy lejano o cercano que sea éste, si bien en el caso de la copla carnavalesca atiende además a distintos caracteres según sea la forma interna de esa copla: presentación, pasodoble, cuplé, estribillo y popurrí, y que hacen de los grupos una amalgama de impresiones donde se da no sólo la risa y la parodia, sino también el sentimiento y la tragedia, la reflexión y la historia, la belleza y el piropo, la crítica y la nostalgia. En suma, un sentimiento de festividad cantada de fuerte repercusión colectiva, cuando llegado el mes de febrero, primero en el teatro (y ya desde las emisoras de radio y televisión) y días después en la calle, las coplas se funden con un público que las asume y las siente, las canta y las reinventa, provocando un efecto de conexión entre autor y oyente, entre grupo y público, verdaderamente extraordinario, y todo, porque el cancionero de carnaval, del mismo modo que la poesía tradicional o popular (recuérdese el romancero) expone el pensamiento de la colectividad y su sentir, narra con afán de recreación y, en especial, es aquella copla que nace de la inspiración individual y que si al ser escuchada por el pueblo éste se identifica en ella, esa copla llega al lugar que ocupan los sentimientos y verdades colectivas.

Si miramos la vista atrás resulta muy notorio cómo los grupos de canto y sus coplas, rápidamente se significaron como el elemento que mayor interés despertaba entre participantes y público de la fiesta, un fenómeno muy similar al del periodo republicano, y que propiciaría la pronta creación de nuevos grupos (representando a la mayoría de los barrios malagueños) y, en consecuencia, la necesaria convocatoria del concurso de agrupaciones en 1983, un fenómeno que vendría a acelerar la renovación y evolución tanto letrística como musical de los grupos y a definir un modelo de carnaval cantado que para quienes hemos seguido de cerca el transcurso de los acontecimientos carnavalescos, supone hacer referencia a la evolución y búsqueda de la perfección casi de forma intuitiva en un primer momento (1979-1984) con la asimilación de las viejas coplas de los años treinta y la posterior creación propia; desde una mayor conciencia a partir de 1985 y 1986 con la incorporación de la técnica musical y letrística de otras provincias andaluzas de forma casi unánime (sin olvidar, no obstante, que hasta 1990 hubo grupos de carnaval, especialmente murgas, con distintas músicas de pasodoble y cuplé, o varios estribillos, en su repertorio) y finalmente, hacia una consolidación definitiva desde los primeros años noventa con la asimilación y conjunción de todos estos elementos: grupo, autores de letra y música, dirección y diseño de vestuario, hasta desembocar en el momento presente, dándose hoy cita en el fenómeno de las coplas de carnaval la grandeza de toda manifestación humana: alcanzar la categoría de lo universal sin dejar de tener un carácter localista y personal.

En cuanto a la temática de las coplas a lo largo de estos últimos veinte años, sus argumentos principales lo constituyen todos y cada uno de los elementos ya reseñados: la recuperación de la fiesta y la recreación de su clima festivo, resaltando además aquellas vicisitudes que el desinterés municipal por la misma intentaba dejar a un lado; la proclamación del tono alegre y pícaro como fórmulas para inferir en la actualidad y en los acontecimientos históricos; o el piropo a la ciudad, sus barrios, sus mujeres y el recuerdo a las viejas tradiciones, costumbres y oficios del pasado reciente como primeras muestras de un discurso local orientado al sentimiento y a la memoria colectiva. Una expresión cantada cuyo singular lenguaje propiciaría la celebración de los primeros festivales y encuentros de murgas y comparsas, en respuesta a esa necesidad que un colectivo tiene de reunión y proclamación conjunta de su visión del mundo entre quienes así la comparten y la sienten, y cuya desembocadura será (como ya he mencionado) la convocatoria del concurso de agrupaciones en el Teatro Alameda, constituyéndose allí un espacio donde participantes y público establecerán un marco festivo de aprendizaje carnavalesco durante al menos una década y de cuyos importantes logros somos hoy testigos. Entonces concebimos ese espacio como idóneo para la puesta en escena de un carnaval cantado que haría de su repertorio de coplas el altavoz para reclamar reconocimiento por parte de una ciudadanía y unos gobernantes que sin duda observaban el fenómeno carnavalesco tan ajenos como expectantes. Entonces concebimos ese espacio como útil para considerar la copla como un legado valioso del lenguaje popular con el que mostrarnos y definirnos por determinadas ideas, creencias o raíces dentro de nuestra ciudad. Entonces concebimos ese espacio como apto para la evolución en el modo de acercarnos a la actualidad desde unas coplas que siempre que tengan un marcado acento local nos mostrarán la aguda sabiduría de quien las escribe utilizándolas como el altavoz de quienes siempre tendrán difícil el acceso a tribunas de mayor resonancia. Unas coplas sobre la actualidad local que cuando convivan con otras más universales, lo serán como una proyección más de esta sociedad globalizada y mediática que estamos construyendo, en la que resulta más accesible conocer los problemas lejanos que los cercanos, más las dificultades ajenas que las propias. En cualquier caso, no se olvide que en nuestra capacidad de denuncia, estará siempre nuestra capacidad de respuesta.

4. CONCLUSIÓN.

De tal modo, que ante esta realidad insalvable, no nos quede otra aptitud que admitir la envergadura de una tradición cantada que pervivirá en la medida en que constituya un sostén más en el avance de una Málaga viva socialmente y de un modo específico, en los campos de la sensibilidad, la cultura, las costumbres y todo cuanto determine el perfil de vida de este pueblo, no resignándose a ser una forma más de cultura oficial, sino un medio para dominar y disuadir a los sistemas en el poder, para proyectar las realidades y aspiraciones populares. En suma, unas coplas que serán siempre, observadas en su conjunto, una manera de conocer la otra versión de los hechos como quien al reflexionar estuviera autorizado para recoger un suceso histórico o intrascendente y convertirlo en un hecho jocoso o en toda una revelación. Un fenómeno de memoria popular cantada que constituirá una guía con el que podrán revisarse los acontecimientos y sucesos especialmente locales que, sin duda, nos revelarán el devenir de una Málaga versionada según sus coplas de carnaval.

5. ANEXO I: SELECCIÓN DE COPLAS DE CARNAVAL 1980-1996

Destino la glosa final de estas palabras al repaso de algunos de los acontecimientos o sucesos que han pasado de la actualidad a las coplas desde 1980, aliviando con ello la densidad de cualquier tiempo presente:

· 1979. Se han iniciado las obras del primer proyecto de construcción de un futuro aparcamiento en la Plaza de la Marina.

En la Marina aparcarán los coches

junto a las caracolas debajo del mar

la gente dice que acabarán las obras

cuando toítos los burros consigan volar.

(Comparsa Pepeleshe, 1979)

· 1980. Tras muchos años de silencio, Málaga recupera la celebración de su célebre carnaval.

Aquí estamos Los maomas

cantando sus cuchufletas

queremos que todos rían

y se olviden de las letras...

Y vamos a recordar

que los buenos cachondeos

se daban en carnaval.

(Los maomas “sin h”, 1980)

· 1981. Se anuncia la próxima construcción de la nueva necrópolis de San Gabriel.

Tenemos un Ayuntamiento

con mucha gracia y salero

en vez de hacer escuelas

quiere hacer un cementerio.

Han comprado unos terrernos

que valen una milloná

y los pobres malagueños

los tenemos que pagar. (...)

Estos niños de la Miga

no sabemos qué decir

pero por lo que más quieran,

que nos dejen vivir.

(Los niños de la Miga, 1981)

· 1982. Concluyen las obras de construcción en las playas de Pedregalejo.

Unos lindos espigones

han construido en Pedregalejo

para que las parejitas

puedan cojerse sus cangrejos. (...)

Así que en los espigones

que hay en Pedregalejo

al disfrutar de la brisa

se te pone tieso el pellejo.

(Los niños de la Miga, 1982)

· 1983. La fiesta de carnaval ya sufre del mal de las convocatorias y los jurados.

Este año en el carnaval

hay varios concursos para participar,

ya se ha convocado el de las letrillas

el de los carteles y pronto habrá más.

Esperamos que en el jurado

se hagan las cosas con sinceridad,

ya que todos los participantes

estamos luchando por el carnaval.

(Los Dandy´s, 1983)

Los grupos recuerdan la tragedia del avión DC-10 accidentado en el aeropuerto.

Vamos a contarle

lo que aquí ha sucedido

porque un lunes por la mañana

quedamos todos sobrecogidos...

cuando levantaba el vuelo

un avión DC-10

el comandante algo raro vio

quiso parar al momento

pero pista le faltó...

(Los bucaneros, 1983)

También en 1983 la guerra fría entre rusos y americanos helaba el cuerpo a todo el mundo, menos al autor de esta copla:

El mundo está muy liao

y más que se va a liar,

americanos y rusos

no paran de controlar.

Se meten unos con otros

porque ambos son muy potentes

pero cuando van al water

allí se caga hasta el más valiente.

(Los biznagueros escoceses, 1983)

· 1984. El paro y la crisis económica copan el interés nacional, tanto que afectó a nuestra representante en Eurovisión.

Vaya si hay crisis aquí en España

se nota que cada día vamos a peor,

pudimos verlo hace poco tiempo

cuando nuestra Remeditos salió en Eurovisión.

Que no es mala artista, tiene cualidades,

pero a ella la crisis también le afectó

porque iba desclaza

y era pobre su canción

y llevaba un vestido descolorido

que en la playa dos días ante se lo vi yo.

(Antifaz, 1984)

· 1985. El Ayuntamiento quiere recuperar las antiguas y célebres fiestas deportivas de invierno, por cierto acordándose del carnaval.

Creo que el Ayuntamiento

piensa ya en colaborar

quiere en las fiestas de invierno

incluir el Carnaval.

Pero cuidado, señores,

no nos metan en un lío

y recuerden que en febrero

siempre hace mucho frío,

porque estaría gracioso

que con su buen hacer

pusieran a los murguistas

a jugar al balompié...

A lo señores del pleno

les queremos recordar

que una cosa es el deporte

y otra el carnaval.

(Los chiqui-chocas, 1985)

· 1986 Nos recuerdan las coplas

que desde hace sólo unos meses España se ha incorporado a Europa.

La fiel historia demuestra

que siempre fuimos primero.

Así que no porque ahora

seamos comunitarios

seremos más europeos.

España siempre ha vivido

sin esos hijos de Europa

que siempre nos humillaron

y ahora nos hacen la pelota.

(Entre tomillo y romero, 1986)

· 1987. La feria de agosto inicia su explosión popular.

Cuando llega la feria

esto no se puede aguantar,

la gente se pone loca

que hasta el alcalde quiere bailar.

Que bonita calle Larios

llena de gente por las mañanas

y por la noche en la feria

lleno de polvo hasta las pesteñas.

(Abanicos y soplaores, 1987)

· 1988. Se incendia el Teatro Alameda, y el Cervantes quedaba inagurado hace sólo unos meses por Su Majestad la Reina.

Este año el Cervantes por fin ya se abrió

a este empeño muchas horas se dedicó,

pero al que ahora quiero cantarle

es al teatro Alameda que en carnavales

a andar me enseñó.

(Guay del paraguay, 1988)

· 1989. Las obras en la plaza de la Marina duran ya varios años tanto como las molestias a los ciudadanos.

Hoy he vuelto a pasar por la plaza del Marina, aquello no se termina

¡vaya obra complicá!...

Cuando salgo del Parque

hasta que llego a la Alameda

se echa el mismo tiempo

que ir andando hasta Antequera.

A ver si el Ayuntamiento

acaba las obras de ese aparcamiento

que ya son dos años

lo que lleva levantá

parece que están haciendo

el Monasterio de El Escorial

que se me va a romper el 600

antes que pueda allí aparcar.

(Siempre tiesos, 1989)

Se prohibe la captura y venta de nuestro tradicional Chanquete frito.

El tema de los chanquetes

bastante tinta ha derramado

pero como todos sabemos

se los han comido por todos lados.

(Con estilo propio, 1989)

El C.D. Málaga inicia su desgraciada andadura hacia su desaparición

Este año en la Rosaleda

no gana el Málaga ni una vez

malas puñalás le den,

pierde más puntos

que una tuerta haciendo crochet.

Ah, y alguien se le ocurre el famoso slogan: “Málaga, la gran ciudad del sur de Europa”.

Cuando puso de moda

nuestro querido Alcalde

esa famosa frase:

“La del Sur de Europa...”

estoy más que seguro

que no estaba pensando

en ese lado oscuro

que no sale en las postales

ni se enseña a todo el mundo.

· 1990. Las coplas recogen los sentimientos de dolor e impotencia por las terribles inundaciones de noviembre del año 1989, eso sí con un poco de humor.

La pasada inundación

al Alcalde lo cogió

en Japón dando una vuelta

lo llamó el Gobernador

pa preguntarle el color

que debía poner la alerta.

Mientras sí o mientras no

el agua aquí destrozó

mucho más que un terremoto

y es que el Gobernador

nos parece más inútil

que el cenicero de una moto.

(Que carne crece..., 1990)

Y por fin en 1990, las coplas se refieren a la inauguración de las obras de la Plaza de la Marina.

Como soy un bestia

y me gusta hablar muy claro

a nuestro sr. Alcalde

vamos a pegarle el palo.

Pedrito te has pasao,

que la gente está que trina

con la maldita obra

de la plaza de la Marina...

Y tanto tiempo esperando

para ver esos faroles

que de veras son más feos

que la calva de Curro Flores.

(Pa pegá er palo, 1990)

· 1991. A las playas de la Malagueta se le hecha una capa inmensa de arena.

Fui a dar una vuelta, para poder ver

esa playa que acaban de hacer...

y me quedé de corcho

viendo una señora que iba a bañarse

y que decía, que lejos han puesto, leche,

la playa del lavachocho.

(Los dioses de los limpio, 1991)

1991, Hay guerra en el Golfo pérsico, a Picasso se le relaciona con esta fiesta, la ciudad está patas arribas,

no hay quien pague los premios del carnaval, y aquí todo el mundo está que trina.

Recuerdo, como si lo viviera,

aquel gran entusiasmo y aquellas ilusiones,

las ganas, los mil sudores,

las horas derrochadas en sueños y quimeras,

esfuerzos de los que nadie sabe,

siempre por una causa

llamada carnavales...

No hay quien se suba al carro

y aporte aires nuevos,

y aún nos siguen mirando

como a titiriteros

de estar siempre luchando

me estoy quedando sin aliento,

qué es lo que hay que hacer

para que los malagueños

le dejen un rinconcito

al carnaval de mis sueños,

que mis versos por febrero

lloran por todas las esquinas,

porque no los oye el pueblo

ay qué feliz sería,

si viera algún día el carnaval de moda,

yo a cambio te daría,

lo juro aquí mismo, cien años de coplas.

(Tu pequeño mundo, 1992)

· 1992. El cuarteto del Palo deja pruebas de su maestría al referirse a la Iglesia y a la Monarquía.

-Dimitió el Obispo don Ramón

¿por qué? No aguantaba al Málaga

en segunda división.

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-El Rey estaba esquiando en Baqueira y Beret...

-¿Majetad otra vez se ha caído usted?

-Fue cuando iba a dar un saltito...

-Majestad, se cae usted más que los amasquillos.

(Una olimpiada de tacos, 1992)

· 1993. Las coplas de este año miran para otro lado, porque se refieren al año pasado.

Ya se nos fue por fin

el año noventa y dos,

con sus olimpiadas

y su gran exposición.

Fue el año de Mastrich

el año de la ilusión

el año de la autovía

y el de la alta definición.

Y después de tanta evolución

yo sigo igual...

ay si no fuera por el paro

y la ayuda familiar.

(Este año de lateros, 1993)

· 1994. Las obras que también se terminan son las de una parte del río Gadalmedina.

Se ve que tienen bulla,

ya han terminado

el Guadalmedina,

por un charco de agua

la que han formado,

es cosa fina.

Daremos un paseo por esas orillas,

que un día será un bulevar,

y para cruzar el río

una barca nos pondrán.

Lo malo es que cuando llueva

no sé lo que va a pasar,

a la mierda la barquilla

adónde irá el bulevar.

(Verde que te quiero verde, 1994)

· 1995. Se anuncia la boda de su alteza, la Infanta Elena.

En la próxima primavera

una boda habrá de renombre

es la de nuestra Infanta Elena

que ya por fin

ha encontrado a su hombre

(Déate de pegote, 1995)

· 1996. A la alcaldía ha llegado una alcaldesa, pero de esta ciudad se siguen marchando las empresas.

Y haciendo comparaciones

vamos siempre a la cuneta

en vez de echarle pantalones

dejamos que nos hagan la puñeta.

Poquito a poco vemos morir

Intelhorce y Puleva

Citesa, Amoniaco y la Azucarera.

(Ojo al parche, 1996)

Sin necesidad de tratados y discursos, hoy proclamo el valor que debemos concederle a la copla de carnaval como la herencia de una cultura viva que podamos legar a quienes nos sucedan, porque su lenguaje habrá servido no sólo para la risa y el divertimento, sino también de advertencia y guía al sentido común por los siglos de los siglos.

Dime, febrerillo ¿qué me has hecho?

que me encierras otro año,

con mi gente en un local.

Noches cargaditas de requiebros,

con mil notas de guitarra y platillos al compás.

En julio, sueña el autor con darle vida a un disfraz.

Después de feria, en Agosto se empieza a ensayar.

Septiembre, ¡callaté ya, que aquí manda el director!

Octubre, nuestra comparsa va tomando color.

Niño, tápate bien la boquita,

que Noviembre ya es fresquito y nos tenemos que cuidar

Pronto, se nos cuela aquí diciembre

y cambiamos villacincos por coplas de carnaval.

Siempre quedarán simples detalles

que en enero, con los nervios, se deben solucionar.

Siento que me embarga un gran consuelo,

pues febrero está llamando a mi puerta una vez más.

Y colorín, colorao... otra año disfrazao.

(El ensayo, 1996)

Muchas Gracias.

DAVID DELFÍN

Málaga, a 14 de enero de 2001

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