Será siempre febrero cuando Momo baje a las aulas. Un disparo a quemarropa me condenó para siempre: es febrero a todas horas.
Ay, Momo, si es que no me acuerdo ni de cómo era antes. Tan insípida como el café de las máquinas de la Facultad, seguro; pescaíto en blanco y mucha menos intensidad, ¿a que sí? La culpa de esto es tuya, que haces conmigo lo que quieres. Que sí, que el batiburrillo de emociones y la cabezonería no son efectos colaterales del disparo, pero haber enloquecido sí. Ahora soy un quijote. Tu quijote.
Hola a todos, me llamo Laura. Os parecerá una tontería, pero una cree que sabe explicar quién es hasta que se sienta a escribirse. Luis Almagro dice que soy “jartible nivel clase mundiá”. Con esa frase y el texto que encabeza esta publicación, ya os he dicho lo más importante: me corren papelillos por las venas.
Mi admirado David Delfín me ha invitado a esta casa, que es la suya, me ha regalado tiempo de escucha y me ha cedido este rincón para que os cuente cómo puede ser febrero también en las aulas. Si algo os puedo enseñar, es que la clave está en querer hacer. Momo no bajará a los colegios e institutos motu proprio, hay que pringarse.
Tengo veintidós años. Mi andadura es corta: graduada en Literaturas Comparadas y matriculada en el Doble Máster en Profesorado (por la especialidad de Lengua Castellana y Literatura) y Gestión del Patrimonio Literario y Lingüístico Español.
Cuando soñaba con mis prácticas en el instituto –mucho antes de empezar el máster y de que me aceptaran en mi centro–, siempre me imaginaba enseñando carnaval. De Málaga.
Mi primer acercamiento a la fiesta fue tardío, para qué engañaros: me aficioné al Carnaval de Cádiz con doce años, pero no me acerqué al de Málaga hasta los dieciséis. Se me clavó en el pecho el “y a quemarropa te disparo yo mis besos, / que la palabra es el cañón de este coplero” de los Don Nadie. Me acerqué lento. A veces nos cuesta entender que mirar lo nuestro no significa necesariamente dejar de mirar lo demás –a mí la primera–. Fue con diecinueve cuando empecé a empaparme de Málaga. A Coín no llegaban los papelillos de la Batalla de las Flores, ni la rabia de nuestras coplas, ni la sapiencia de las Conferencias Inaugurales. Por eso Málaga, porque el verdadero amor por la fiesta empieza cuando no quieres que se llegue a ella tarde y a trompicones. Por eso las aulas.
Mi proyecto de intervención didáctica se titula “Cómo enseñar las tipologías textuales a través del Carnaval de Málaga en 4º de la ESO”. Y, como en todo proyecto, el resultado final dista mucho de parecerse al esbozo del comienzo. Al principio la intervención iba a ser “Cómo enseñar la métrica y los recursos retóricos a través de las coplas del Carnaval de Málaga”. ¿Habéis pensado alguna vez en La Travesía como una obra configurada en torno al tópico literario homo viator? ¿Y en que el estribillo de El Cantón de Málaga nos mece, literalmente, cuando escuchamos “tú te meces entre barquillas y por tu orilla tu sal me llama” por mor de una aliteración? Los versos de carnaval que nos sostienen tienen un porqué. Se merecen ser analizados.
Como no sabía por dónde empezar ni qué agrupaciones incluir, hice una encuesta en Google Forms para saber qué repertorios os gustaría que se escucharan en las pizarras digitales de nuestros institutos. Gracias por participar, de corazón.
El lema de la intervención iba a ser “métete en la piel de tu héroe calle-hero / que tú puedes ser quién quieras en febrero”. Cada personaje carnavalesco tiene una historia que contarnos, expresada a través de un lenguaje concreto; así se trabajarían los recursos métricos y retóricos. Pensé, incluso, en un trabajo por proyectos: diseñar un tema del libro de Lengua sobre carnaval entre todos, que incluyera los conceptos básicos de poesía (rima, cómputo silábico…), los autores de carnaval más representativos y el análisis de alguna de sus obras.
Todo cayó en saco roto. No sé si lo sabíais, pero a Lengua en cuarto de la ESO solo le corresponden tres horas a la semana y el temario es apabullante. No es curso para detenerse en estos aspectos, dice la legislación. Me quedo con la espinita de no poder llevar –ahora mismo– a las aulas “el tópico del homo viator en La Travesía”, “Vicente Aleixandre y nuestra Ciudad del Paraíso” o “la métrica en los pasodobles numéricos de Merchán”. Queda lanzado el guante.
Debía encontrar un reducto de posibilidad o abandonar la idea, así que me di cabezazos a malsalva hasta dar con la pieza: las tipologías textuales. Aunque Momo siempre aparece para hacer fuerza y que todo encaje, no ha sido fácil. El objetivo se volvió doble: 1) Explicar las tipologías textuales a través de los textos del Carnaval de Málaga; y 2) dar a conocer la fiesta a través de la intención comunicativa de sus textos. El corpus de textos cambió: no se trataba de enseñar las agrupaciones más laureadas, sino de elegir aquellas que me facilitaran la enseñanza de los textos descriptivos, expositivos, argumentativos y dialogados.
Las lecturas –y escuchas– que sustentan mi intervención didáctica han sido: las descripciones en los repertorios, las descripciones en Málaga se pone el disfraz, los diseños, garabatos e imágenes de tipos y escenografías; la colección de vídeos de “Etnocarnaval”, el ensayo La voz alzada: Carnaval cantado y transformación cultural, las explicaciones de la fiesta en pregones y repertorios; las argumentaciones en los pasodobles, la sección “Periodismo cantao” del programa Taratachín, la sección “Coplas Ejemplares. El Carnaval cantado” de Carnavaldemalaga.com; los cuartetos malagueños, las entrevistas de Taratachín y Carnavaleando, y el pregón dialogado de Antonio Carlos Rojas Gallego.
La intervención didáctica está diseñada para realizarse en seis sesiones:
- Sesión 1. El texto descriptivo: Tipos, disfraces y escenografías.
- Sesión 2. El texto descriptivo: El futuro está en tus manos.
- Sesión 3. El texto expositivo: ¿Qué es el carnaval?
- Sesión 4. El texto argumentativo: Periodismo cantao (I).
- Sesión 5. El texto argumentativo: Periodismo cantao (II).
- Sesión 6. Pregona tu entrevista.
La secuenciación de actividades propuesta es la siguiente:
Como veis, puede ser febrero a todas horas, en todos los lugares. Momo está en cada rincón, en cada sorbito de café, por eso el carnaval es mucho más que la calle, mucho más que el teatro. Pero un rescoldo encendido aún prendido quedará / dentro de los corazones / de esos hijos benditos que siempre serán. Todos somos patronos de esta tierra, todos formamos parte. Por eso:
Gracias a los que me habéis guiado –y seguís haciéndolo– en este viaje por las coplas. Sin ese buceo, a vuestra verita, hacia las raíces, este proyecto no existiría. Solo hay algo más bonito que dejarse recomendar: que alguien esté dispuesto a guiarte. Gracias por todas las referencias que me habéis regalado.
Gracias a David Delfín por su biblioteca carnavalesca, por todos los libretos que lleva meses cediéndome, por acudir siempre a mi llamada.
Por último –por tanto, primero–, gracias a Sergio Lanzas. Mi maestro, mi amigo y mi tutor de prácticas. Cuando no me veía en ningún sitio, él me veía en todos. Todas mis noches en blanco, tecleando, son porque una mañana de septiembre entró en clase y se me iluminaron los ojillos. Esta intervención didáctica es nuestra: el proyecto es mío pero la alfombra roja por la que ando me la sigue poniendo él. Heredé el colmillo del maestro Sergio Lanzas.
Me despido recordando las palabras de Miguel Gutiérrez en su pregón: “Y qué bonito sería que esas músicas se impartiesen en los colegios; que los Antonio Carlos, Kara, Juani Serrano, Zumaquero o Guti enseñasen los misterios del tres por cuatro [...] que los niños se vean en Malo o David Fernández para saber que rimar también es cosa de jóvenes; que David Delfín reparta su sapiencia carnavalesca por las aulas”.
Momo puede –y debe– bajar a las aulas. Solo hay que echarse al barro.
LAURA GÓMEZ.