La murga de los hermanos León
(Diario SUR, 6 de febrero de 2002)
Hay muchas formas de conseguir notoriedad, desde luego. Y una de ellas es creer en uno mismo como método para hacer las cosas en la vida, ya sea también para escribir coplas o para hacer de la percusión en la murga unas señales inconfundibles de identidad. Porque la caja y el bombo de Antonio son la referencia ineludible para quien desee iniciarse en los ritmos del carnaval, tanto como el amor propio por todo lo malagueño dictado en los pasodobles o la participación y el espíritu festivo que pregonan los estribillos de Pepe. Hay muchas formas de llegar a ser recordado, desde luego. Y una de ellas es permanecer en activo más de veinte años en primera línea de carnaval, y que hoy, la memoria nos muestre el bosque de todos los personajes paridos de su ingenio y necesidad de creación y provocación con los que Pepe ha logrado dejar para la historia un ramillete de murgas magistrales, recordemos: Cepillo y Betún, De fruta madre, En el fondo somos los mejores, Los intocables de Huelin-Town, Déate de pegote, o, Vamos de culo, en las que el personaje ha participado de la persona y viceversa, y ante cuyo magisterio murguista nadie ha podido quedar indiferente. Hay muchas formas de llegar a formar parte de la historia de una ciudad, desde luego. Hay quienes a Málaga dejan como legado calles o edificios emblemáticos, nobles instituciones, o, una labor humana o profesional de mérito; y también, quienes como Pepe León entregan lo mejor de su inteligencia creadora: un cuaderno de coplas populares, de risas y denuncias de carnaval, que también podremos disfrutar este año tras no conseguir clasificarse para la final del concurso 2001, una anécdota, para unos hermanos creadores ya de una leyenda y de una escuela murguista.
© DAVID DELFÍN