El estribillo, qué enteradillo
(Diario SUR, 8 de febrero de 2002)
Con el lenguaje, el ser humano logró una mejor capacidad para pensar, y con el pensamiento se habitó de voces. Unas tienen un carácter más íntimo y las cobijamos en nuestro ser, otras: el refrán, el dicho o los cantares, son voces pregonadas como una sencilla muestra de filosofía popular cuyo crédito reside en ser adoptadas a lo largo del tiempo y de las generaciones. La experiencia, el ingenio y la rima, engendran el milagro. "Pa que se entere todo er mundo/de lo que vale un peine/doy el cante y no me callo/ así se lleva la gente/la cabeza bien caliente/con los cantes del Piyayo" definió José Manuel Rengel en el estribillo de la comparsa con la que rindió homenaje al popular Rafael Flores Nieto. El carnaval cantado andaluz participa de esta tradición de voces que nos divierten y nos advierten, siendo en los estribillos donde la constatación de esta herencia es más obvia. En la comparsa y el coro, la importancia del mensaje y la definición del tema elegido (disfraz) marcarán su devenir. En el cuarteto y la murga, el estribillo además pretenderá ser un himno callejero y popular de la fiesta. "Somos una familia peculiar/de los domingos de playa/y si te molesta mucho,/el humo de la barbacoa/ o que los niños estén jugando/y te manchen las toallas,/si damos mucho por culo/ los domingos pues no vayas" popularizó Jorge Real con su murga Los domingueros. Tal vez no exista mejor aprendizaje que pensar y atreverse a decir en voz alta lo que se piensa, una libertad que en el carnaval resulta un modo de conciencia inapelable.
© DAVID DELFÍN