Dar la murga (y II)
(Diario La Opinión de Málaga, 17 de febrero de 2003)
¿Es la murga solo un cantar de risas? Desde mediados de los noventa y salvo excepciones, las murgas han ido incorporando a su cuaderno de coplas un mayor compromiso con el devenir de Málaga y su provincia, es más, a menudo se ha conseguido una meta tan difícil y meritoria como es hacer reír mientras se deja constancia de algún acontecimiento ciudadano local, logrando ese doble objetivo del carnaval cantado, y que hoy tantísimo añoramos de los viejos libreros de 1900 a 1936: hacer reír, hacer pensar. En este sentido, cabe reseñar como una tendencia muy positiva durante los últimos años, la creación de algún estribillo adicional al principal, relativo al tema, intercalado en la crónica reivindicativa del popurrí, y que resultan auténticos himnos callejeros; todo vale para el discurso y el tono de unas murgas que tienen en sus coplas quizá su único elemento perdurable, su mayor tesoro festivo. Sin olvidarme de los hermanos Enrique, Juan y Jesús Gutiérrez; o de los hermanos Pepe y Antonio León, a los que ya me referí por su relevancia en la murga malagueña actual, otros autores y directores como, Ángel Valderrama, Alfonso Ribero Blanco, Sergio Lanzas, Jorge Real, Alberto Zumaquero, Villegas, Pedrosa, Domínguez Galindo, Enrique Moncada, Juan Medina, Angel Montilla, o José Carlos M. Pariente, llevan algunos años regalándonos una coplas que son periodismo "cantao", un meritorio cancionero de risas que, a menudo, ha resultado ser el primer pretexto para la reflexión. No cabe ninguna duda: se han ganado el derecho de darnos la murga. Que así sea.
© DAVID DELFÍN