(Diario La Opinión de Málaga, 18 de febrero de 2003)
Decir cuarteto en Málaga, es nombrar a Manolo Rueda. Ninguna otra modalidad de canto tiene las dificultades y posibilidades del cuarteto; ya saben, cuatro personajes que representan una parodia dialogada, cantan (sin acompañamiento instrumental) unos cuplés más un estribillo, y entonan un popurrí.
Cuando el cuarteto del Palo iba a cantar, Manolo solía advertir al público: "señores, el cuarteto va a cantar, el bar del teatro está abierto", y a partir de entonces conseguía que ya no nos fijáramos en la pobreza habitual de estructura musical, y sí, en la riqueza de los temas que siempre han abordado en sus parodias, en los que nada les ha sido ajeno: Iglesia, Monarquía, Ayuntamiento, etc., y entre sus temas más reivindicativos, el río Guadalmedina: su mal estado, sus continuas obras, ect., desde su primer grupo en 1983: Don Segismundo y sus alumnos, hasta los noventa, años en los que Manolo Rueda, Rafael Mellado, Antonio Martín y Paco Gaitán ofrecieron con sus diálogos ingeniosos y brillantes improvisaciones, auténticas lecciones sobre el carácter festivo de quienes son capaces de reírse de sí mismos y de los demás, pero en voz alta.
Para muestra un botón; hubo unos inviernos en que su Majestad el Rey don Juan Carlos sufrió pequeños accidentes mientras esquiaba, en 1992 este autor lo reseñó así: El Rey estaba esquiando en Baqueira i Beret..., -Majestad, ¿otra vez se ha caído usted?, -Fue cuando iba a dar un saltito..., -Majes-tad, se cae usted más que los amasquillos. Si la murga es la fiesta del carnaval, el cuarteto es la esencia festiva de cuantos conceptos comprende el término carnaval.
© DAVID DELFÍN