Idea de carnaval (2)
(Diario La Opinión de Málaga, 7 de febrero de 2004)
Conforme la vida cotidiana se va globalizando en sus acontecimientos cada vez más universales o con la imitación de modelos casi únicos, es la forma en que cada pueblo mantiene vivo y celebra sus viejos acontecimientos populares la que nos permite saber cuál es nuestro verdadero lugar como individuos pertenecientes a una comunidad determinada. Qué pechá de carnavales, qué hartura de comparsa, y un frío que pela se cala en los huesos, ¡ya ves habrá que abrigarse el alma, ¿y para qué, déjala que se pegue una fiestecita... El aprendizaje de nuestra propia identidad no nace sólo de una voluntad de reconocimiento, sino también de una necesidad de memoria y legado, gracias lo cual mantenemos presente lo que somos más allá de nuestro nombre y apellidos. El grande lleva las cuentas, cuidado con escaquearse, cien duritos por cabeza... Las tripas pidiendo guerra por los pinchos de María, ya ves compadre que a fin de cuentas, no sale cara tanta alegría. Un espacio de vida por el que nos movemos a diario mitad personas y mitad personajes mostrando ambos lados en un juego inherente a nuestra condición humana que nos permite mostrar tanto nuestra capacidad de asimilación y conformismo como de protesta, nuestra capacidad de inferir en el presente como de prever las consecuencias del futuro. El valor de caminar entre la realidad y la utopía con una voluntad festiva que nos recuerda que vivir es, sobre todo, una forma de llegar al conocimiento también desde la comicidad. El método para comprender mejor el mundo que nos ha tocado vivir, eso sí, desde el punto de vista de los que saben reírse (de sí mismo y de los demás) en voz alta. Menuda nochecita nos espera entre taratachines y comparsas, las misma retahíla porculera, valiente moraguita más singracia, pues si quieren carnavales, vamos a darles carnaval, y que nadie se enfade que yo canto sin maldad. ¡Qué se quemen todos los pinchitos si no es verdad! ...¡Niño! ¿Qué...? ¡Apaga eso ya! (La Moraguita, 2003)
© David Delfín