La risa en el carnaval
(Diario SUR, 5 de febrero de 2002)
En ocasiones los sucesos más extraordinarios o más comunes, pasan ajenos ante nuestros ojos hasta que nos llegan relatados por los autores de carnaval, y de su ingenio nos brota la risa como un privilegiado documento que nos ofrece una nueva visión de cuanto sucede en el mundo. Llegó febrero y con él, la fiesta que propone la distensión y la risa como modelo de entendimiento social: todos a reír y a reírnos juntos. "La Farola está amargá/porque la han dejao plantá,/ tiene un problema muy gordo/ nadie la llama pa ná/ porque dice el Cenachero/que está echando mucho morro", reseñó el murguista José Carlos Muñoz Pariente sobre las obras del puerto. También la risa en el carnaval surge provocada por el énfasis y su auténtica modulación está entre lo que se cuenta y cómo se cuenta. Lo cómico -según el profesor López Cruces-, juega a hacer chocar el sentido y el sinsentido; lo lógico y lo ilógico, lo exagerado y lo normal; lo que se dice y no se dice; el sentido literal y el sentido metafórico; los hechos y el tono en que son contados: "Preocupación la que tiene ahora/ la cofradía de la Santa Cena,/han cambiado el día:/ya no sale el Domingo/sale el Jueves Santo,/y no le preocupa ni el itinerario/ni la hora ni el día,/lo que le preocupa/es que por culpa de esos cuatro días/se vaya a poner chunga la comía", confirmó la murga "Sin rodeo" de Ángel Montilla. Considero que la risa más valiosa es aquella que pretende hacerse eco de los cambios que se suceden en nuestro entorno, y para la que el carnaval dispone sus mejores facultades: saber mirar y saber contar. Estén atentos.
© DAVID DELFÍN