Durante el último año y medio y, a raíz de la publicación de La Voz Alzada, allí donde he tenido la oportunidad de hablar sobre el milagro cultural que, en mi opinión, ha supuesto la recuperación del carnaval en Málaga (1979-1980), el proceso de actualización llevado a cabo de la fiesta para una ciudad en transformación durante el final de un siglo y el comienzo de otro y su consolidación actual, protagonizado por creador@s de todo tipo, intérpretes, músicos, organizadores e instituciones públicas; siempre he formulado un reconocimiento a aquella generación de malagueños que, mientras contribuían (y protagonizaban desde su día a día) la transición a la Democracia refrendada en 1978, asumieron la tarea de contribuir a este momento histórico con la recuperación de nuestro carnaval. En esos años, celebrar la fiesta (el disfraz, la máscara, la crítica, el humor) suponían también para ellos una forma de poner a prueba las libertades alcanzadas y de construir la Málaga de entonces y de hoy, porque el suyo ha sido un legado trasmitido ya, al menos, a cuatro generaciones.
Camino de los cincuenta años (¡50!) desde esa etapa inicial, sin duda, es fácil escribir la lista con todo cuanto el carnaval y la ciudad se han retroalimentado y que, a mi modo de ver, puede simplificarse con la integración en todos los elementos de la fiesta de los diferentes aspectos que distinguen a nuestra ciudadanía por su historia, el medio de convivencia, la actualidad, o la esencial cultural manifestada por todo aquello que nos identifica como malagueños, que no es poco. Un discurso creativo que los carnavaleros han realizado como ningún otro colectivo por su capacidad de expresar todo lo que somos desde la reflexión crítica o humorística o desde la música o el disfraz y, lo más importante, sin ser fruto de una iniciativa puramente institucional.
Sin embargo, este logro, no ha temido aún un reconocimiento conforme a sus méritos. Por alguna razón, confiaba que, en 2019 o en 2020, con oportunidad del 40 aniversario de la recuperación de la fiesta, algunos colectivos ciudadanos se hicieran eco de la importancia cultural del fenómeno carnaval en Málaga y así lo reconocieran. Pero van pasando los años y, a pesar de los muchos premios con los que, cada año, las instituciones públicas (Ayuntamiento, Diputación, Junta de Andalucía) y las privadas, lideradas por los medios de comunicación (por ejemplo: Premios Más de COPE Málaga, Malagueños del Año de SUR, Premios Málaga de La Opinión, SER Málaga, Malagueños de Hoy del diario Málaga Hoy, Premio a la Cultura Malagueña Antonio Garrido Moraga…, y tantos otros) van concediendo merecidamente a personas y colectivos ciudadanos de toda índole, excepto al carnavalesco.
Ante esta realidad, solo me cabe, humildemente, preguntar la razón de este olvido tan prolongado a quienes corresponda responder con un primer premio para el carnaval. Merecimientos no faltan.
David Delfín
Ilustración: Raquel Santiago, Diosa del Carnaval de Málaga 2022, con la fantasía titulada 'Sueños en libertad: Isa, va por ti', diseñada por Carlos Antonio Mascareña.